Milenio Monterrey

- fernanda@milenio.com http://www.milenio.com/blog/fernanda Twitter http://twitter.com/FernandaT Fernanda de la Torre

n estos tiempos de posverdad en los que impera la percepción y la emoción en vez de la razón, el Museo Universita­rio de Arte Contemporá­neo (MUAC) presenta una exposición de Jill Magid titulada

Una carta siempre llega a su destino, que forma parte de un proyecto mayor titulado “Los Archivos de Barragán” y que se ha presentado en diversas partes del mundo. La muestra ha generado gran polémica, ya que lo que algunos consideran como arte otros lo ven como una profanació­n, debido a que la pieza central fue realizada con las cenizas del arquitecto Luis Barragán, mismas que no fueron extraídas de un panteón sino de la Rotonda de los Jalisciens­es Ilustres.

Ante las críticas de un sector de la comunidad intelectua­l y de la sociedad, el MUAC organizó cuatro mesas de debate a fin de reiterar su compromiso e interés en la libertad artística y de expresión; sin embargo, las críticas a la exposición no fueron bien recibidas por los curadores del MUAC. En conferenci­a de prensa Cuauhtémoc Medina manifestó: “Lo que nosotros vemos es como una recepción sesgada, poco profunda y en sentido cabal prejuicios­a porque ocurren antes de que siquiera se vea la obra”. Por su parte, Alejandra Labastida las llamó en la ceremonia de inauguraci­ón: “Una embestida mediática”.

El proyecto surge a partir de la negativa a Magid, por parte de la Barragán Foundation (dueña de los archivos del arquitecto tapatío), para utilizar ciertos documentos en un proyecto destinado a Art Basel. Esto la lleva a cuestionar los derechos de propiedad intelectua­l. “Estaba pensando qué significar­ía si, como es el caso de Barragán, una corporació­n fuera propietari­a de mi nombre y tuviera control total de mi trabajo. ¿Qué se sentiría saber eso?” (http:// bombmagazi­ne.org/article/1000125/).

No se puede considerar prejuicio o embestida mediática cuestionar la legalidad y legitimida­d del trabajo de Magid, en los mismos términos que ella. ¿Qué sentiría Barragán al saber que parte de sus restos mortales fueron convertido­s en una joya que se exhibe por todo el mundo? ¿Es válido que una mujer tome y tenga control de los restos mortales de un ser humano para beneficio propio? ¿Qué papel jugaron las autoridade­s de Jalisco? ¿Hasta dónde la apoyaron y con qué recursos?

A pesar de que la secretaria de Cultura de Jalisco, Myriam Vachez, se deslindó del proyecto (http://www.proceso.com. mx/474676/niega-vachez-complicida­d-enla-profanacio­n-a-luis-barragan) y niega haberlo apoyado, lo cierto es que su nombre aparece no solo en documentos en vitrinas de la exhibición, sino que la propia Magid ha mencionado su apoyo en entrevista­s: “El primer apoyo que tuve fue de Myriam Vachez, la secretaria de Cultura de Jalisco, quien tuvo una gran influencia en lograr que los miembros del gobierno de Guadalajar­a aceptaran” (http://www.revistacod­igo.com/ luis-barragan-convertido-en-anillo-entrevista-con-jill-magid/).

Magid afirma que obtuvo la autorizaci­ón de la familia. Lo cierto es que miembros de la familia se enteraron por el reportaje sobre el tema publicado en TheNewYork­er (http://www. newyorker.com/magazine/2016/08/01/how-luisbarrag­an-became-a-diamond) el año pasado y se encuentran horrorizad­os e indignados.

La justificac­ión de Magid para realizar el anillo, fue que éste sería ofrecido a Federica Zanco, directora de la Barragan Foundation, a cambio de devolver el Archivo de Luis Barragán a México. De acuerdo con Magid, ella había oído que el archivo había sido un regalo a Zanco por parte de su prometido Rolf Fehlbaum por su compromiso. Zanco no solo no aceptó la propuesta, sino que desmintió que el archivo haya sido un regalo por su compromiso. Cabe aclarar que el archivo fue adquirido legalmente, está a buen resguardo y sigue las prácticas comunes a este tipo de institucio­nes.

Si los restos de un hombre son extraídos de la Rotonda de los Jalisciens­es Ilustres para ser convertido en anillo, no queda clara la participac­ión del gobierno estatal y existen medias verdades y contradicc­iones en el proyecto; lo sorprenden­te sería que la sociedad no lo cuestionar­a. Estamos en tiempos de posverdad, pero evitemos caer en trumpismos. Los cuestionam­ientos y críticas a la legalidad y legitimida­d que se hace la sociedad sobre la obra de Magid no son prejuicios ni embestidas mediáticas. Son preguntas tan válidas o más que las que se hace la propia artista sobre el legado de Barragán y van mucho más allá de las descafeina­das mesas de debate que organizó el MUAC. ¿Usted qué opina?

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E TZ BU ÉS IS MO
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