n estos tiempos de posverdad en los que impera la percepción y la emoción en vez de la razón, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) presenta una exposición de Jill Magid titulada
Una carta siempre llega a su destino, que forma parte de un proyecto mayor titulado “Los Archivos de Barragán” y que se ha presentado en diversas partes del mundo. La muestra ha generado gran polémica, ya que lo que algunos consideran como arte otros lo ven como una profanación, debido a que la pieza central fue realizada con las cenizas del arquitecto Luis Barragán, mismas que no fueron extraídas de un panteón sino de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.
Ante las críticas de un sector de la comunidad intelectual y de la sociedad, el MUAC organizó cuatro mesas de debate a fin de reiterar su compromiso e interés en la libertad artística y de expresión; sin embargo, las críticas a la exposición no fueron bien recibidas por los curadores del MUAC. En conferencia de prensa Cuauhtémoc Medina manifestó: “Lo que nosotros vemos es como una recepción sesgada, poco profunda y en sentido cabal prejuiciosa porque ocurren antes de que siquiera se vea la obra”. Por su parte, Alejandra Labastida las llamó en la ceremonia de inauguración: “Una embestida mediática”.
El proyecto surge a partir de la negativa a Magid, por parte de la Barragán Foundation (dueña de los archivos del arquitecto tapatío), para utilizar ciertos documentos en un proyecto destinado a Art Basel. Esto la lleva a cuestionar los derechos de propiedad intelectual. “Estaba pensando qué significaría si, como es el caso de Barragán, una corporación fuera propietaria de mi nombre y tuviera control total de mi trabajo. ¿Qué se sentiría saber eso?” (http:// bombmagazine.org/article/1000125/).
No se puede considerar prejuicio o embestida mediática cuestionar la legalidad y legitimidad del trabajo de Magid, en los mismos términos que ella. ¿Qué sentiría Barragán al saber que parte de sus restos mortales fueron convertidos en una joya que se exhibe por todo el mundo? ¿Es válido que una mujer tome y tenga control de los restos mortales de un ser humano para beneficio propio? ¿Qué papel jugaron las autoridades de Jalisco? ¿Hasta dónde la apoyaron y con qué recursos?
A pesar de que la secretaria de Cultura de Jalisco, Myriam Vachez, se deslindó del proyecto (http://www.proceso.com. mx/474676/niega-vachez-complicidad-enla-profanacion-a-luis-barragan) y niega haberlo apoyado, lo cierto es que su nombre aparece no solo en documentos en vitrinas de la exhibición, sino que la propia Magid ha mencionado su apoyo en entrevistas: “El primer apoyo que tuve fue de Myriam Vachez, la secretaria de Cultura de Jalisco, quien tuvo una gran influencia en lograr que los miembros del gobierno de Guadalajara aceptaran” (http://www.revistacodigo.com/ luis-barragan-convertido-en-anillo-entrevista-con-jill-magid/).
Magid afirma que obtuvo la autorización de la familia. Lo cierto es que miembros de la familia se enteraron por el reportaje sobre el tema publicado en TheNewYorker (http://www. newyorker.com/magazine/2016/08/01/how-luisbarragan-became-a-diamond) el año pasado y se encuentran horrorizados e indignados.
La justificación de Magid para realizar el anillo, fue que éste sería ofrecido a Federica Zanco, directora de la Barragan Foundation, a cambio de devolver el Archivo de Luis Barragán a México. De acuerdo con Magid, ella había oído que el archivo había sido un regalo a Zanco por parte de su prometido Rolf Fehlbaum por su compromiso. Zanco no solo no aceptó la propuesta, sino que desmintió que el archivo haya sido un regalo por su compromiso. Cabe aclarar que el archivo fue adquirido legalmente, está a buen resguardo y sigue las prácticas comunes a este tipo de instituciones.
Si los restos de un hombre son extraídos de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres para ser convertido en anillo, no queda clara la participación del gobierno estatal y existen medias verdades y contradicciones en el proyecto; lo sorprendente sería que la sociedad no lo cuestionara. Estamos en tiempos de posverdad, pero evitemos caer en trumpismos. Los cuestionamientos y críticas a la legalidad y legitimidad que se hace la sociedad sobre la obra de Magid no son prejuicios ni embestidas mediáticas. Son preguntas tan válidas o más que las que se hace la propia artista sobre el legado de Barragán y van mucho más allá de las descafeinadas mesas de debate que organizó el MUAC. ¿Usted qué opina?