¿Por qué no escribo de gadgets?
a semana pasada tuve dos epifanías que me movieron hacia la reflexión y que hoy comparto contigo bajo la certeza de que quieres algo ligero por el día de asueto. Un amigo muy llevadito me buleó porque no escribí nada del lanzamiento de un famoso smartphone en México y porque no estuve presente en el evento. Allí surgió mi primera revelación: ¿por qué no escribo de gagdets?
La respuesta fácil es: ya cualquiera lo hace. Pero realmente no es por eso, más bien porque analizar y escribir de cualquier
gadget me parece una práctica indigna que implora de manera matizada: ¡patrocíname! Antaño, los gadgets representaban una difícil tarea de análisis para los ingenieros y periodistas críticos que desmenuzaban hasta el más mínimo detalle de los aparatos. Lo peor, el análisis se ha centrado en smar
tphones que parecen copia uno de otro. Hoy casi todos los smartphones hacen lo mismo. Unos más bonitos, otros más grandes, con distintas cámaras, distintas capacidades, pero realmente aportan muy poco de nuevo. No me veo diciendo cuál es más lindo, más
chic o cuál está de moda. No aportan nada a la productividad del país y más bien fomentan el consumismo de snobs y wannabes que quieren traer en su bolsillo el valor de toda su quincena, con el riesgo de seguir pagando durante meses (sin intereses) un dispositivo que tal vez ya se lo robaron en el camión.
Escribir de gadgets se ha vuelto una sutil práctica de comercialización. Una manera menos obvia de buscar el chayo, pues muchos colegas se prestan más a la lisonja que a la crítica. ¿Será porque desde hace casi 20 años me forjé siguiendo la chamba de colegas periodistas como Manuel Mandujano, Aquiles Cantarell, Juan Antonio Gallont y hasta los mismos Darío Celis y Rafael Luna? ¿Será porque ellos no se ufanaban de ser especialistas en tecnología (pero que lo eran) y resultaban tan críticos, como fraternos de la industria?
Esa fue mi segunda revelación. En una reunión me presentaron como gran especialista en tecnologías de la información y con pendeja modestia dije que solamente le entendía. Pero ese mismo día me di cuenta de que con un par de años de seguir a la industria, ni siquiera analizar, algunos han podido colgarse ese mote de “especialista”, cuando su único mérito es ser porristas, amiguis y chayoteros de la industria. Lo siento, me sale del alma decirlo.
Mientras tanto yo sigo aquí en mi (tal vez inútil) luchita para que los corporativos y
marketeros de la industria quieran difundir sus tecnologías entre un mayor número de públicos. Y aunque me critiques por buscar veladamente el patrocinio (chayo), la industria de software, hardware o integradores, déjame decirte que aquí ni siquiera hay para eso. No les interesamos, que feo.