Milenio Monterrey

¿Donald Nixon o Richard Trump? Y no es novela…

- ROSARIO MARÍN rosariomar­in978@gmail.com

A11 días de la pasada elección presidenci­al, el director del FBI reabrió el caso de los correos de Hillary Clinton. Hecho que sirvió a Trump para golpear la confiabili­dad de la demócrata y metió indebidame­nte al buró en la contienda electoral, sin que a la fecha se sepa qué tanto influyó en el resultado final.

En enero, el presidente y James Comey se fundieron en cálido abrazo en la Casa Blanca... Sin embargo, este contexto cambió cuando el titular del FBI señaló que se investiga si Rusia se entrometió en la campaña y colaboró con el equipo del triunfador, y que no existe evidencia de que Obama interceptó comunicaci­ones de Trump.

Y fiel a sus desplantes, el presidente corrió a Comey. Ante la falta de informació­n clara sobre los motivos formales que generaron esta abrupta decisión, se ha destapado toda suerte de especulaci­ones… Así se confirma la imagen de un gobernante autoritari­o, vengativo y dispuesto a deshacerse de quienes representa­n un peligro para desnudar sus probables conductas ilegales.

Ya lo había hecho al despedir en enero a Sally Yates, fiscal general interina que se opuso al veto migratorio contra los musulmanes y —recién se ventiló— habría advertido al presidente del riesgo que representa­ba su entonces asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, por sus contactos con Rusia, y en marzo a Preet Bharara, implacable fiscal federal por el distrito de Nueva York, con relevantes litigios ganados a institucio­nes financiera­s de Wall Street.

La destitució­n de Comey hizo recordar “la masacre de la noche del sábado”, el 20 de octubre de 1973, cuando el fiscal general Elliot Richardson y su segundo de abordo le renunciaro­n al presidente Richard Nixon, al oponerse a la orden de remover al fiscal especial Archibald Cox, encargado de la investigac­ión del

Watergate —espionaje y robo de documentos en la sede del Partido Demócrata, auspiciado­s por el gobierno de aquel.

Y para aderezar su polémica decisión y en otro de sus emblemátic­os tuits, Trump envió velada amenaza a Comey, insinuando tener grabadas las conversaci­ones que sostuviero­n en la sede presidenci­al…

Muchos ya apuestan por un Rusiagate con un desenlace nixoniano. Y, como dice un amigo, si todo ello no fuese cosa seria, cabría decir que el escenario se está poniendo muy divertido… ¡Pero no es así!

Asegurar que Estados Unidos siga siendo de leyes e institucio­nes sólidas es fundamenta­l para el progreso de la nación e, incluso, la estabilida­d mundial, la cual, por cierto, ha tenido un gran respiro con el triunfo de Emmanuel Macron en Francia y la derrota de “la Trump francesa”.

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