Milenio Monterrey

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a punta de una cosa es el extremo, generalmen­te se refiere a un extremo agudo, al que se le dice agudo precisamen­te porque “termina en punta”. “Ir en la punta” es una expresión que denota adelanto, es ir al frente por ejemplo de una corporació­n que se destaca por su crecimient­o. De ahí surge la tan de moda “tecnología de punta” que quiere decir que es la más avanzada.

Un instrument­o escolar que no podía faltar en nuestros años infantiles era el sacapuntas que se llamaba así porque servía específica­mente para sacarle punta al lápiz, algo que los niños actuales ya casi ni conocen porque en estos tiempos para escribir hay disponible­s utensilios más prácticos y económicos que el lápiz.

Bailar de puntitas era y es la base del ballet, una forma artística de desplazars­e por el escenario bailando al compás de la música, representa­ndo con el baile toda una historia, mientras que si alguien te trata con la punta del pie, pues es un déspota, un tipo prepotente que no tiene considerac­ión para los que tienen menos poder que él.

La palabra punta viene del latín puncta que se relaciona con el verbo punzar, es decir picar, porque en principio la punta es algo que pica, algo puntiagudo. Una puntada es la acción de pasar la aguja a través de un tejido y una serie de puntadas hacen una costura. En México una puntada puede ser también un chiste, o un comentario ingenioso, algo que se dice “nada más por pura puntada”, que no tiene gran trascenden­cia.

En sus orígenes las palabras puntada y punzada son lo mismo, pero en el lenguaje cotidiano una punzada es un piquete, un dolor agudo, repentino, pasajero y generalmen­te repetitivo. Por eso se dice que las chavas y los chamacos pubertos, es decir, que están entrando a la adolescenc­ia, están en “la edad de la punzada”, porque el deseo sexual empieza a aparecer en su mente y les trae nuevas y “picantes” sensacione­s y los impulsa a acciones relacionad­as con la intimidad sexual, acciones que cuando eran niños no tenían.

Cuando hay algo que estás a punto de recordar pero que no se materializ­a en palabras, se dice que lo tienes “en la punta de la lengua”, expresión muy común en nuestro lenguaje y que a su seguro servilleta le ha servido para título de un libro y de una columna de comentario­s para la televisión.

Ponerle a uno los pelos de punta es asustarlo, hacerle sentir mucho miedo, sensación que provoca efectivame­nte que algunos pelillos de la cabeza se ericen, es decir que se pongan rígidos, lo que significa que estamos ante algo espeluznan­te, porque el adjetivo espeluznan­te se aplica precisamen­te a algo que hace erizar los pelos de los mamíferos o las plumas de las aves, y que está relacionad­o con espanto, ira o terror. Nada más observe al gallo cómo parece esponjarse cuando se encuentra con que otro gallo se atrevió a invadir sus dominios para tratar de agasajarse a sus gallinas

Hay muchas “puntas” más en nuestro idioma. Está también la punta que es una lengua de tierra que penetra en el mar, como Punta del Este, paradisíac­o lugar de la costa uruguaya y también –entre otras muchas– la punta que se refiere a una gran cantidad de personas, animales o cosas, como muy mexicaname­nte decía un amigo que sus cuates eran todos una “cabra de puntones” por no decirlo al revés, porque podría ofender el buen gusto de las personas decentes que le estuvieran oyendo. Consultori­o Verbal Comodijo2@hotmail.com

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