Milenio Monterrey

Elecciones de pronóstico reservado

- LEOPOLDO GÓMEZ

Nunca se había puesto tanto en juego en unas elecciones estatales como lo que veremos el próximo domingo en el Estado de México. Al peso político que de por sí tiene esa entidad se añade ahora la posibilida­d de la alternanci­a y su eventual impacto en la sucesión presidenci­al. Hace 6, 12 o 18 años, a estas alturas nadie dudaba que el PRI ganaría la elección. Hoy, la moneda está en el aire.

Tanto para el PRI y el Presidente, como para Morena y Andrés Manuel López Obrador, el panorama hacia 2018 cambiaría radicalmen­te si ganan o si pierden esta elección. De igual manera, segurament­e el PAN y el PRD decidirán cómo y con quién se presentan a la justa presidenci­al en función del sitio que el electorado les conceda en esta votación.

Por todo lo que está en la mesa, es previsible que los resultados oficiales sean puestos en duda por los perdedores. El problema se agrava pues nada hay que permita anticipar un resultado. Para comenzar, las encuestas registran un empate técnico entre Alfredo del Mazo y Delfina Gómez. Peor aún, a juzgar por los errores de las encuestas en elecciones recientes, ni siquiera hay certeza de que en los hechos la contienda esté así de cerrada.

Poco sorprender­ía que algún partido ganara ampliament­e. Elecciones como la de Nuevo León en 2015 o la de Chihuahua en 2016 muestran que las diferencia­s entre lo que retratan las encuestas y los resultados oficiales pueden ser abismales.

El rechazo de muchos a ser entrevista­dos o a revelar el sentido real de su voto también ha influido en la pérdida de confiabili­dad de las encuestas de salida. Apenas el año pasado, en varios estados hubo encuestado­res reconocido­s que dieron como ganador a quien no lo era.

Mientras las mediciones no sean afinadas desde su diseño, las encuestas difícilmen­te volverán a ser instrument­os útiles para anticipar y dar credibilid­ad a los resultados electorale­s. Y en la medida en que sigan fallando y prefiguran­do escenarios ajenos a la realidad, su efecto será precisamen­te el contrario. Ojalá no sea este el caso del próximo domingo cuando tanto está en juego.

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