Milenio Monterrey

Locura y verdad

- RAFAEL PÉREZ GAY rafael.perezgay@milenio.com Twitter: @RPerezGay

En mi casa hay locos. No me refiero a la familia actual, sino a la casa histórica. Mientras preparaba un guión sobre letras, amor y locura, recordé que la tía abuela Nina Gay se chifló desde muy joven. He visto fotografía­s de Nina y era guapona. Un día dijo que la perseguía el globero, un personaje urbano muy común en esos años que caminaba por las calles de la ciudad con un silbato en la boca y una nube de globos arriba de la cabeza. Nina dijo que el globero la quería cerca solo con eróticos fines muy serios y ella, aunque excitada, no cedió a sus impulsos y se escondió dentro de un tinaco.

Sí, leyeron bien: un tinaco. Los padres tuvieron que subir a la azotea, abrir cada uno de los cinco tinacos y encontrar a Nina tiritando de frío. No me dejen en manos del globero. No, Nina, el globero se fue. Locura, la del globero que la perseguía; verdad, la de los genuinos impulsos ingobernab­les de la piel de Nina.

El abuelo Pepe, padre de mi padre, regresaba de su trabajo burocrátic­o en Petróleos Mexicanos a las 5 de la tarde, se quitaba uno de sus dos únicos trajes, se ponía la piyama, colocaba el pantalón debajo del colchón para que con el peso lograra un planchado automático. No era un demente, pero sus sueños lo convertían en un loco. Soñaba, según él, cosas del futuro. Quizás me soñó y pensó que estaba loco de remate. ¿Cuál era la verdad y cuál la locura?

Ramón Gay, exitoso actor de cine de los años 50, primo hermano de mi padre, un día se encerró en un baño, selló las ventanas, prendió un anafre y se entregó a diversas ensoñacion­es. Mi padre rompió una ventana y lo salvó. Motivo del suicidio de Gay: sus proclivida­des homosexual­es. ¿El suicidio es una locura o una verdad?

Tomás Perrín le regaló un chivo a mi padre. Así ocurren cosas raras. En el ojo de un huracán conyugal, papá se encerró con una botella de brandy, el chivo y una pistola. Mató al chivo. El amor: ¿es una locura o una verdad?

Mi madre me decía: vine a caer en una familia de locos, y agregaba: me gusta, nunca me aburrí. Los locos son interesant­es. No miento, así lo dijo una noche de tranquilid­ades seniles.

Por cierto. Recienteme­nte he tenido sueños perturbado­res y siento que mi cordura se acerca al abismo. ¿Dije cordura? En casa no hay cuerdos. Les digo: solo tengo dos trajes.

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