Tom Cruise: presente y sin freno
o más maravilloso de Netflix es que todo el tiempo nos está sorprendiendo. No hay semana en la que este importantísimo sistema de distribución de contenidos en línea no nos deje con la boca abierta.
¿Con qué? Con alguna película, con algún documental, con alguna caricatura o con esas producciones originales que tanto le celebramos.
Y si no vienen de Estados Unidos, vienen de España, de Argentina, de Corea. ¡De cualquier lugar del mundo!
Netflix no es una compañía perfecta, pero es alucinante lo que está sucediendo ahí.
Yo sé que entre la llegada de House of Cards más la espera de lo nuevo de Orange is The New Black es muy probable que usted ni siquiera se haya dado cuenta.
Pero el fin de semana pasado salió la segunda temporada de Flaked, y ahora soy el crítico de televisión más feliz del universo.
¿Por qué? Porque estoy convencido de que en esta muy modesta serie se esconden las claves de una nueva dramaturgia, de una nueva cinematografía.
Ojo, no estoy diciendo que esto sea el éxito comercial del siglo XXI. Flaked tiene un inmenso valor artístico.
A diferencia de otros conceptos que coquetean con lo que miramos en la televisión abierta, los cables o las antenas directas al hogar, este título está diseñado por y para un sistema de distribución de contenidos en línea.
Su estructura no es la de una serie convencional, donde todo queda claro al final del capítulo uno y hasta se pueden sentir los golpes dramáticos para meterle comerciales.
¡No! Esto es una aspiradora mediática que chupa nuestra atención y nos obliga a ver más, y más, y más hasta que hayamos acabado con la temporada.
Por eso está planteada en capítulos de media hora, por eso combina drama, comedia y romance, por eso va de lo social a lo individual.
En el remoto caso de que usted no haya visto la temporada Certain. MadDogs Menof uno de esta obra, ¿de qué trata? ¿Para quién es?
Flaked es una serie para hombres. Si usted es mujer o anda en el rollo familiar, ni se meta. No la va a entender. No la va a sentir.
¿Sabe usted la profundísima inteligencia que se necesita para llevar a la televisión una historia de hombres?
Perdón, pero los hombres no tendemos a ser tan abiertos como las mujeres, difícilmente hablamos con los demás de nuestros cuerpos, de nuestras emociones, de nuestras cosas.
Quién sabe cómo le hicieron los responsables de este programa, pero consiguieron el milagro de plasmar el universo masculino sin caer en los lugares comunes de Mad Dogs y Men of Certain Edge.
Flaked es sobre lo que callamos los señores y es grande porque nos hacer reír, llorar, pensar y hasta nos hace suspirar.
Todo gira alrededor de un personajazo sublime que es todo un héroe, pero también un antihéroe, pero también un símbolo y muchas cosas más.
Este hombre navega con la bandera más podrida del mundo: alcohólico, mentiroso, fracasado.
Pero la verdad es otra. No le voy a dar más detalles para no arruinarle la experiencia, pero le juro que cuando lo sepa todo, lo va a amar.
Si usted no ha visto la tem- porada uno de esta joya, yo sí le recomendaría que la mirara completa. La va a devorar en menos de cuatro horas.
Después de eso, ahí sí, entréguese a la temporada dos que es todavía más corta. Son solo seis capítulos. No se necesitan más. Todo lo que pasa ahí es buenísimo, inteligente y chistoso, solo que con un sentido del humor mucho más elaborado y la denuncia de un montón de cuestiones sociales que no son muy diferentes a las que estamos viviendo en México.
Desde la desaparición de ciertos estilos de vida por culpa de las grandes corporaciones hasta los linchamientos colectivos por cuestiones ridículas, absurdas.
Flaked se desarrolla en la California de Venice Beach y hay una relación muy interesante entre todo ese mundo del surf, la bicicletas, los buenos vinos, la playa, el amor a los animales y los restaurantes, y los conflictos que se plantean en la serie.
Es como si todo ese universo de mentiras que los personajes construyeron para salir adelante se derrumbara simultáneamente a toda esa artificialidad californiana.
Como si lo único que pudiera quedar, al final de tantas revelaciones, fuera lo mejor de esos hombres y lo mejor de esa cultura.
Es purificante. Tiene que verla para creerla.
Yo le ofrezco la más sincera de mis disculpas, porque me queda claro que hay 14 mil estímulos muchos más atractivos en términos comerciales para hablar este martes.
Pero periodísticamente, desde la perspectiva de la crítica de televisión, esta es la nota y se la tenía de que dar precisamente hoy, entre House of Cards, Orange is The New Black y todo lo que está pasando en el resto de las ventanas que integran la industria de la televisión.
Por favor, luche por ver lo nuevo de Flaked en Netflix.
Y si es hombre más, porque no es común que se hagan series así, sobre nosotros. ¿O usted qué opina? l mismo lo dijo. Le encanta hacer premieres de sus películas por todo el mundo, para así tener una experiencia completa y global. Y después de haberlo visto a él y a su gente en acción hacer esto en Dubái, Argentina, Estados Unidos y ahora México, debo decir que no hay nadie en este mundo que lo haga mejor que Tom Cruise. Podría argumentar con razón que el encanto de la verdadera “estrella de cine” que ya no se encuentra fácilmente la tendrán él y George Clooney. Pero Cruise es una máquina de encanto. Sabe exactamente cómo entregar lo que quiere y cómo alejarse en un instante de lo que los incomoda. Es un consumado profesional, quien, aunque ha sido profundamente criticado, sigue siendo una de las pocas estrellas de cine que deja muda hasta a la más habladora.
Afortunadamente, no hizo eso conmigo, pero su respuesta ante mi pregunta de “¿qué hace para estar (o al menos que nos haga sentir) que está completamente en el presente con quien está hablando en ese momento?”, seguramente sí me sonrojó. “Estoy aquí. En este momento. Contigo. Trato de estarlo”.
Ok, cómo es de aquellos que te ven directo a los ojos y como no es necesario describir su sonrisa y lo que es capaz de hacer, cambié el tema lo antes posible. Particularmente quería saber si de verdad le gustaban más sus películas de acción que sus clásicos como Jerry Maguire, Cuestión de honor o Rain Man. “Quiero ser conmovido”, me dijo. “Estar en la orilla de mi asiento, ya sea con acción o con drama o suspenso. Así que todas me gustan. Si puedo meterle emoción a la acción, mucho mejor”.
Todo muy bien, pero para tratar de entender cómo ha de vivir Tom Cruise dentro de su propia cabeza, la pregunta precisa fue muy sencilla. “¿En cuántos proyectos estás involucrado en este preciso momento?”. Se le iluminaron los ojos y respondió con una velocidad que casi parecía trabalenguas.
“Estábamos haciendo la siguiente Misión Imposible, pero nos detuvimos para poder salir de gira con esto. Y cuando estaba filmando Lamomia estaba en posproducción con la anterior Misión Imposible y con American Made. Así que acabó la post en Lamomia, mientras estaba en post de Misión y preparando la otra Misión, y luego estaré trabajando en el corte final de American Made, que sale en agosto o septiembre y luego viene de nuevo Top Gun, y después estoy preparando Edge. Posteriormente, otra película. Siempre estoy trabajando, a veces son los siete días de la semana”.
Siendo la niña de los 80 que soy, por supuesto suspiré al imaginar el regreso de Maverick en Top Gun, y por una décima de segundo olvidé que lo tenía enfrente. Ahora no solo es el actor principal, sino al arquitecto de ese regreso. “No puedo esperar a que nos vuelvas a robar el aliento”, le dije en clara referencia a la clásica canción de Berlín, tema el Top Gun en 1986. “Sí”, coincidió y sin titubear ante la referencia ya de parte perpetua de la cultura pop que compartimos tantos. “Obviamente falta mucho, pero me tiene muy emocionado cómo vamos con la estructura de la historia”.
Eso es pasar un rato con Tom Cruise. Podemos decir lo que sea, pero su vigencia y su cuerpo de trabajo es algo que no se ha dado solo. Es una compleja y polémica superestrella. Pero quedan muy pocas en estos tiempos que todo parece ser efímero y desechable.