Leo Matiz
“El país le enseñó, lo formó, lo hizo… tuvo que irse a raíz de una pelea con Siqueiros, pero su obra llegó otra vez”, señala la hija del fotógrafo
Leo Matiz nació en la misma tierra de Gabriel García Márquez, en Aracataca, Colombia —aunque una década antes—, en 1917; al igual que el escritor, el fotógrafo halló en México una tierra fecunda de formación, desarrollo y consolidación, hasta llevarlo a ser considerado entre los 10 fotógrafos más importantes en el mundo.
Y aun cuando no estuvo tanto tiempo en nuestro país, apenas entre 1941 y 1947, dejó una obra que es recuperada en la exposición LeoMatiz:Elmuralistade lalente, que a partir del jueves abrirá sus puertas al público en general, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, organizada para conmemorar el centenario de su nacimiento.
Durante un recorrido por la exposición, encabezada por Bertha Zea, coordinadora ejecutiva del Antiguo Colegio de San Ildefonso, y por Miguel Fernández Félix, director del Museo del Palacio de Bellas Artes, la hija del fotógrafo colombiano, Alejandra Matiz, evocó que después de haber visto la película de Alláenelrancho grande, el fotógrafo colombiano “soñaba con venir a México”. “Y se convirtió en todo un descubrimiento, toda esta parte precolombina lo influenció, como lo hizo el haber realizado siete películas, trabajó al lado de Gabriel Figueroa: México le enseñó, lo formó, lo hizo… tuvo que irse de México a raíz de una pelea que tuvo con Siqueiros, pero su obra llegó otra vez”, destacó la también directora de la Fundación Matiz.
La exposición, organizada en el contexto del Año Dual México-Colombia, se conforma de poco más de 80 fotografías, además de dibujos, caricaturas y notas periodísticas, divididas en cinco módulos: “El oficio del fotógrafo”, “México en la mirada de Leo Matiz”, “El entorno intelectual y artístico en el México de Leo Matiz”, “Leo Matiz se despide de México” y “José Clemente Orozco y Leo Matiz”. “La muestra es una síntesis de un fotógrafo moderno, al tiempo de contemporáneo, que abrió caminos a la fotografía en América Latina y en México. Este conjunto de piezas muestran al artista integral, a quien se inicia en la caricatura, donde realiza el aprendizaje de la composición; al que pasa por la época de oro del cine mexicano, donde nace el aprendizaje de la narración en secuencia, y el que descubre la abstracción en la luz natural, en el orden de la naturaleza”, explica Miguel Ángel Florez, biógrafo de Leo Matiz y gestor cultural de la Fundación Matiz. Para la prensa mexicana de la década de los 40 del siglo pasado, Leo Matiz era un fotógrafo de casa, recuerda Miguel Ángel Florez, porque su registro alcanzó tal autenticidad y, en particular, tal profundidad en su comprensión de México que, a diferencia de otros fotógrafos europeos o esta- dunidenses que pasaron por el país, “Leo logró llegar a la esencia de México, a la esencia de esa realidad mexicana, por eso fue tan auténtico su registro de México”. “A través de la memoria visual de su trabajo, de un mundo que también desapareció, quedó su impronta para la memoria del mundo y no sólo fue el círculo intelectual mexicano tan extraordinario, todo este grupo de sensibilidades como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros o José Clemente Orozco.”
En LeoMatiz:Elmuralista delalente, cuya curaduría estuvo a cargo de Ery Camara, coordinador de exposiciones del Antiguo Colegio de San Ildefonso, ofrece una aproximación a la “vida mexicana de Leo Matiz”, su relación con artistas e intelectuales de la época, como Frida Kahlo, Cantinflas, Luis Buñuel, Julio Bracho, Gloria Marín, María Félix o Emilio “El Indio” Fernández, aunque siempre quiso ir más allá de ese círculo, a decir de Miguel Ángel Florez. “Figuras que convergieron en ese momento tan extraordinario, en el que México se convierte en el destino natural de artistas europeos, de artistas norteamericanos… Leo recorrió a México en todas las direcciones y amó a este país, se lo llevó en su alma, lo que aquí está retratado.”
La exposición en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, a inaugurarse de manera formal la noche del miércoles, es vista como la primera parte de otra que se exhibirá en el Museo del Palacio de Bellas Artes, donde el foco se pondrá sobre un hecho puntual: la relación Matiz-Siqueiros, que se inició a través de un trabajo de colaboración conjunta, creativa y “que deriva sobre una disputa de creencias intelectuales”. “Es muy entendible por qué se pelearon: cuando un pintor quiere pintar un perro no puede hacerlo, porque se le echa encima; necesita de la labor de un fotógrafo que tome la instantánea. El perro que ven en la obra de Siqueiros Nahual aullando es autoría de Leo Matiz, pero Siqueiros no le quiso dar crédito. Esa fue la razón del pleito”, recordó el curador Ery Camara, y es que a partir de esa disputa que primero fue periodística y luego con amenazas, según llegó a decir Leo Matiz, debió abandonar México para regresar 50 años después.