ARTICULISTA INVITADO
En su artículo ¿Ilegalidady/o degradación de procesos electorales? ( 21- 06-17), Guillermo Valdés discute con algunos de los argumentos que escribí en MILENIO (15-06-17). Agradezco en primer término la atención a mi texto y, sobre todo, la manera de discutir de Guillermo: seria, reflexiva y respetuosa. Una bocanada de oxígeno en un debate público caracterizado más por las ganas de lesionar que de persuadir.
Guillermo Valdés valora el esfuerzo de los miles de ciudadanos que instalaron las casillas y contaron los votos. Es un reconocimiento más que oportuno, que ha escaseado incluso por parte de los actores políticos que si recibieron votos fue, precisamente, por esa disposición ciudadana a hacerse cargo de la jornada electoral.
El que la gente se involucre haciendo posible la votación y ejerciendo el sufragio (no hubo caída de la participación en ninguna de las elecciones realizadas, sino incluso incrementos importantes) es el principal activo de la maltrecha democracia mexicana.
Por eso es que he insistido en que si se afirma que la voluntad popular depositada en las urnas fue trastocada, hay que ir a fondo, detectar, corregir y sancionar cualquier irregularidad. Y para ello es necesario tener elementos de juicio, pruebas.
Tiene razón Valdés que el veredicto le compete al Tribunal Electoral, pero como es un asunto de primera relevancia política ante la opinión pública, se antoja sano que si la ciudadanía conoce de denuncias de fraude por parte de relevantes actores políticos, también tenga derecho a conocer los fundamentos a partir de los cuales un partido político nacional afirma que una elección fue violentada.
Se pregunta Guillermo Valdés si es casualidad que el PREP en Coahuila no haya contabilizado 28 por ciento de las actas y que el PAN disponga solo de 70 por ciento de las actas. El PAN debería tener