Breve alfabeto de la impunidad en México
Ayotzinapa. 43 estudiantes desaparecen y nunca son encontrados. El municipio de Iguala participa, el estado de Guerrero ayuda y en Los Pinos son observadores pasivos. Los únicos detenidos confiesan bajo tortura. El gobierno falla en todo nivel.
CasaBlanca. No lleva ni dos años el gobierno actual cuando se descubre que el Presidente y su esposa han adquirido una casa a precio preferencial de un contratista. Se hace una investigación interna, cuyo alcance y conclusiones son risibles. El gobierno se exonera.
Espionaje telefónico. El gobierno compra software para controlar teléfonos celulares de activistas, periodistas y sus familias. Algo que solo sucedía en estados autocráticos como Rusia y Turquía, ahora también ocurre en México. La oposición no pasa de increpar tímidamente a los responsables. El gobierno no niega el espionaje, solo dice que no hay pruebas.
Fosas clandestinas. Cada semana familiares y organizaciones civiles encuentran una nueva fosa. Miles de restos. Quiénes son, por qué murieron, nadie sabe. El gobierno no los busca.
Odebrecht. Se revela la trama de sobornos más grande de América Latina y casi todos los países involucrados hacen públicas sus investigaciones; algunos incluso giran órdenes de aprehensión contra ex presidentes. No México. Los sobornos llegan a la cima de Pemex, pero no hay palabra oficial. El gobierno se protege.
Sociedad civil. México tiene 128 millones de habitantes que no saben ni por dónde empezar a lidiar con esto. Algunos se juntan y buscan cuerpos porque el gobierno no supo proteger a sus familiares. Otros protestan por los homicidios y también los matan. Algunos escriben y cuentan las historias. También los matan. El dinero que se gasta en ellos, millones de dólares, solo es para espiarlos.
Y los que no hacen algo así también la tienen difícil. Casi la mitad vive debajo de la línea de pobreza. El resto subsiste. Si uno está buscando qué comer, ni cabeza tiene para protestar.
El gobierno hasta las ganas de indignarse les roba.