Milenio Monterrey

Darle un nuevo orden a tanto caos debió ser una empresa difícil para Bernard Sumner, mas no tediosa o aburrida.

- Bernard Sumner New Order, Joy Division y yo (Sexto Piso, 2015)

Y es que dar apuntes autobiográ­ficos que implicaban a las dos bandas que fundó se antojaba complicado, por los personajes, desacuerdo­s, broncas, excesos, pérdidas y amores que la historia le reclamara. Todo eso y más en esta obra. Los primeros discos le llegaron en la adolescenc­ia, donde se dio cuenta que sus héroes no eran los del joven promedio. Pistas para su primera banda, tan oscura y densa: “Joy Division sonaba como Mánchester: frío, disperso, y, a veces, sombrío”. JD ( post-punk) tendió ese puente con la modernidad hacia New Order ( electropop), la otra gema que pulió. Con JD se detiene en Ian Curtis que aún le resuena y no olvida su trágico final, sus composicio­nes, las dificultad­es. Recuerda cómo se gestaron dos piezas maestras de la música: “Love will tell us apart”, de “agresivida­d punk con un desolador tema de amor”, y “Blue monday”, “un instrument­o para hacer bailar”, y que obedeciero­n a patrones diferentes, ambas aún se conjugan en los conciertos. Y es que todo parte del yo, porque así conviene a las vivencia, secretos o reclamos, un ejemplo claro es con New Order, que tuvo que pagar los platos rotos con la salida de su añejo amigo Peter Hook, de la cual da sus pormenores. Sumner conversa con el pasado y no pide disculpas, sin renunciar a todo aquello que labró en un camino lleno de luces y sombras. Se adentra además en los temas escabrosos, con ironía, pues estas memorias se van tan rápido como una canción de tres y medio minutos, breve, pero con una historia interesant­e que contar.

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