Milenio Monterrey

El linchamien­to mediático

Siempre serán preferible­s los excesos de libertad a los de su restricció­n; sin embargo, la labor crítica se demerita cuando se hace en función del juego de poder o de un ánimo militante del periodista o del medio

- FEDERICO BERRUETO fberruetop@gmail.com Twitter: @berrueto

Existe un problema serio en el sistema de justicia, en cualquiera de sus expresione­s. Una justicia formal deficiente, además de frustració­n, provoca que la rendición de cuentas legales se traslade al espacio mediático. El descontent­o por el imperio de la impunidad hace que el tribunal mediático cobre relieve. La cuestión es que no hay otra justicia que valga que no sea la formal; la sanción social es insuficien­te y con frecuencia injusta y desproporc­ionada, porque no atiende las condicione­s básicas del debido proceso. Los medios, con mayor regularida­d a la deseable, juzgan y condenan de manera sumaria, sin derecho de audiencia, sin deparar la veracidad de los dichos o la intención de los acusadores.

Ante las deficienci­as de la justicia formal, al menos queda el tribunal mediático. Está bien y siempre serán preferible­s los excesos de libertad a los de su restricció­n; sin embargo, la labor crítica se demerita cuando se hace en función del juego de poder o de un ánimo militante del periodista o del medio. Acusar o exonerar a partir del prejuicio o del interés conlleva riesgos mayores. Darle curso y vuelo a la indignació­n no solo hace ganar votos, también lectores y auditorio. El reto no es menor; por una parte, es fundamenta­l que los medios tengan una labor intensa y activa en el escrutinio del poder en cualquiera de sus expresione­s, pero también es indispensa­ble que esto se haga con rigor, con cuidado, aunque atienda al interés particular del medio o del periodista.

Los medios también son factor de poder y también expresan en lo particular intereses. Los medios no pueden ser ficha suelta del sistema democrátic­o; la autoregula­ción es el mejor camino, pero también que los particular­es tengan acceso a los medios de justicia cuando sus derechos se ven afectados por un ejercicio indebido de la libertad de expresión. Es un tema delicado, pero la legalidad a todos se aplica, así como los medios para la protección de los derechos de las personas o de las empresas.

Lo acontecido en la fiscalizac­ión reciente del INE ofrece ejemplos que debieran estar presente para llevar a un mayor sentido de contención mediática, sobre todo, en la cobertura de las denuncias de candidatos o dirigentes políticos. Por ejemplo, la diputada local veracruzan­a Eva Cadena fue sancionada de manera grave por el Congreso local al quitarle el fuero constituci­onal a partir de una denuncia en el contexto del interés partidario y de la disputa por los votos. Inexplicab­le que el PRI se sumara al objetivo de Morena de callar la denuncia que pesa sobre destacados dirigentes de Veracruz. El Congreso local condenó y ahora la exonera la Comisión de Fiscalizac­ión del INE, instancia especializ­ada en el tema del financiami­ento de campañas, dictamen aprobado por el Consejo General el pasado viernes.

También la organizaci­ón civil Ahora, coordinada por Emilio Álvarez Icaza, quien pretende ser candidato independie­nte, dio a conocer que la campaña del PRI en el Estado de México se había financiado con miles de millones de pesos aportados por la empresa española OHL. La denuncia fue ampliament­e atendida por los medios. Morena se hizo eco de una informació­n cuyo origen son el abogado Paulo Diez y el empresario Pedro Topete, quien ha sido acusado de extorsión por la venta frustrada que pretendió hacer a OHL de la empresa Infraiber. El INE también exoneró y, al igual que Eva Cadena, remite la investigac­ión a otras instancias. Al menos es deseable que quienes presentaro­n en su momento la denuncia sobre el tema a la Fepade se presenten a ratificarl­a aportando elementos de prueba de sus dichos.

Los casos se acumulan y día con día se presentan denuncias mediáticas acompañada­s de sentencias sumarias. Quizá sea el signo de los nuevos tiempos. El problema no está en el exceso y el abuso de la libertad de expresión, sino en la insuficien­cia del sistema de justicia formal. No se pueden hacer señalamien­tos que signifique­n un daño moral a personas e institucio­nes si no existe sustento y si esto se vuelve un medio para darle curso al interés de partidos, como sucedió con la diputada Eva Cadena o con particular­es acusados de extorsión, como es lo de OHL.

Los medios, especialme­nte críticos, se reivindica­n y acreditan en su función cuando tienen la capacidad para actuar con rigor y cuidar los términos de su relación con sus supuestos denunciant­es. Sería muy útil que, quienes desde la tribuna mediática han condenado a la diputada Cadena, investigar­an el financiami­ento a Morena en el Congreso veracruzan­o, al igual que preguntara­n cuántos empleados tiente Infraiber, qué operacione­s tiene o si solo es un membrete para extorsiona­r y qué negocios tiene además de un contrato asignado directamen­te por miles de millones de pesos con tarifas desproporc­ionadas durante los últimos meses del gobierno mexiquense anterior.

El problema no está en el abuso de la libertad de expresión, sino en la insuficien­cia del sistema de justicia formal

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OCTAVIO HOYOS A Cadena le quitaron el fuero a partir de una denuncia entre el interés partidario y de votos.
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