Milenio Monterrey

Negar lo que no me gusta

- fernanda@milenio.com Fernanda de la Torre http://www.milenio.com/blog/fernanda Twitter http://twitter.com/FernandaT

Podemos cerrar cómoda mente los ojosa la realidad, peroeso nova acambiarla.

loqueamos aquello que no nos gusta, que nos cuesta trabajo aceptar. Nos colocamos una venda en los ojos esperando que aquello que nos desagrada desaparezc­a, pero no sucede así. No ver los problemas no hace que se esfumen en el aire, tarde o temprano tenemos que lidiar con ellos. Paradójica­mente, cuando finalmente los enfrentamo­s nos damos cuenta de que hubiera sido más sencillo resolverlo en su momento o que no era tan temible, difícil o agotador como pensábamos que sería.

No importa que sepamos que meter la basura debajo de la alfombra no nos va a servir de nada, lo hacemos de todas formas como un mecanismo de defensa. Manipulamo­s, negamos o distorsion­amos la realidad para defenderno­s o protegerno­s del dolor o de los sentimient­os de angustia que nos invaden ante una situación. Estos mecanismos para negar la realidad son variados: algunos solucionan el problema de forma temporal y otros nos ayudan a largo plazo. Generalmen­te son inconscien­tes, no nos damos cuenta que los estamos utilizando.

La filósofa rusa-norteameri­cana Ayn Rand considerab­a que podemos evadir la realidad, pero no las consecuenc­ias. El psicólogo y ensayista suizo Carl Jung, por su parte, decía que la gente es capaz de cualquier cosa —sin importar lo absurda que sea— para evitar mirar dentro de sí mismos. Por ello, supongo, cuando entendemos y aceptamos que tenemos un problema la mitad de éste se encuentra resuelto. Cuesta trabajo aceptar que estamos en una relación destructiv­a, pero hacerlo es el único camino para cambiarla o dejarla y salirnos de esa espiral de dolor. Es difícil aceptar que quizá no estamos dando todo en nuestro trabajo y que nuestro jefe tiene razón al señalarlo. Quizá lo que hace más difícil aceptar nuestros errores es reconocer que nuestra conducta ha lastimado a quienes amamos. Culpar a otros de lo que sucede o proyectar nuestros sen-timientos o impulsos en el otro es un mecanismo de defensa muy utilizado, pero no cambia la situación. Po-demos repartir culpas eternament­e, pero eso no solucionar­á el problema.

Dicen que no tiene sentido usar la palabra imposible para describir algo que ha sucedido. Por ejemplo, cada año cuando cae una tromba que inunda las calles y convierte a esta ciudad en un lago, alguien la define como “tormenta atípica”. Si cada año tenemos una, no son atípicas, más bien es típico que de manera anual tengamos una así. Y, probableme­nte, debido al cambio climático, se pongan peor.

Juan Pablo Becerra Acosta preguntaba, en su columna en este diario hace unos días, si no es que tenemos un gen para la violencia. No lo creo, tampoco para la corrupción. Lo que sí creo es que hemos estado bloqueando colectivam­ente nuestros problemas y es momento de dejar de hacerlo. De la misma forma que a nivel personal tratamos de evadir la realidad, a nivel colectivo tratamos de negar lo que nos mortifica.

Pedir renuncias de funcionari­os en redes sociales puede ayudar a ventilar nuestro enojo y frustració­n, pero fuera de eso, sirve de poco para resolver los problemas. Hay que aceptar que vivimos en un país en el que la violencia aumenta y en el que la corrupción no se limita a los servidores públicos, sino que es un mal que aqueja a la sociedad. Aceptar la realidad no implica ver todo negro o blanco. Tenemos problemas como país, pero también fortalezas; aquellos no van a quedarse eternament­e, pueden solucionar­se, pero no lo harán solos, por ello debemos involucrar­nos en solucionar­los. Empecemos por informarno­s, entender el problema y des-pués hacer algo para solucionar­lo. Hay muchas organizaci­ones de la sociedad civil que buscan generar un cambio positivo en la sociedad. Un buen primer paso sería unirnos a una de ellas. Estamos indignados justamente por las cosas que suceden, pero la indignació­n por sí sola no resuelve nada, debemos pasar de ésta a la acción.

Buen domingo a todos.

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