“Víctimas de trata dejan de ser rentables a los 25 años”
Mujeres explotadas en el mercado negro son engañadas y sufren el Síndrome de Estocolmo
El trabajo de Jesús era reclutar chicas para explotarlas sexualmente, amenazarlas si intentaban denunciar y castigarlas si no complacían al cliente.
“Tenía aproximadamente 20 años cuando comencé esto. Para poder ir a comer tenían que pedirme permiso y ya las llevaba yo, tenían que tardarse no más de 12 minutos en el momento en que encontraban al cliente. (Los castigos) Podrían ser golpes, amenazas, no llevarlas a cenar, no comprarles cosas”, reveló el ex tratante.
Jesús explicó que para el mercado sexual, las menores dejan de ser rentables cuando llegan a cumplir sus 24 o 25 años.
Antes de esa edad y mientras estuvieran trabajando para él, no podían quedar embarazadas, aun y cuando el cliente decidiera no usar algún anticonceptivo.
De lograrse una concepción eran castigadas de manera psicológica. “Si una salía embarazada, dejaba de trabajar. Ya no servía. Era como mercancía maltratada”, señaló.
Jesús cumplía con el perfil de un tratante. Un estudio realizado por el Instituto de Investigaciones Sociales (Iinso) de la Universidad Autónoma de Nuevo León, indica que la mayoría de los tratantes oscila entre los 40 y 50 años de edad y generalmente son de baja escolaridad.
Sobre su manera de engañar, la investigación arroja que el 39 por ciento de los victimarios engaña a las chicas a través de una falsa promesa de trabajo, el 14 por ciento por promesa de matrimonio, el 10 por ciento aprovecha la desintegración familiar de la víctima y el 5 por ciento les promete cruzarlas a Estados Unidos para una “mejor” calidad de vida. “Su estrategia de engaño depende del perfil y la necesidad de la muchacha, siempre a la menor de 15 años es fácil engañarla con el noviazgo”, explicó Arun Kumar Archaya, quien lleva 10 años inves- tigando el tema en Nuevo León.
La representante de Alternativas Pacíficas AC, Alicia Leal, señala que los perfiles de las víctimas incluyen pobreza, falta de estudios y disfunción familiar.
En el estudio mencionado, se indica que el 34 por ciento de las víctimas cree en su tratante por la necesidad de un empleo y ese mismo porcentaje busca tener una mejor calidad de vida. El 29 por ciento vive en condiciones de pobreza y el 5 por ciento se deja influenciar por un noviazgo.
Un dato que causa preocupación a los investigadores es que el 90 por ciento de las víctimas suele desarrollar el Síndrome de Estocolmo, que obedece a la creación de un vínculo emocional entre ellas y sus tratantes. Esto impide que la mujer denuncie los hechos o busque la manera de escapar.