Tesoros de Santa Lucía muestran historia regia
Arqueólogos del centro INAH Nuevo León han estudiado restos de ocho mil 500 piezas utilizadas en el siglo XIX, que fueron recuperados durante la construcción del Paseo Santa Lucía
Debajo del subsuelo donde cursa el Paseo Santa Lucía, se conserva una parte de la historia de los habitantes de Monterrey.
En los últimos años, un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Nuevo León han estudiado los restos de ocho mil 500 piezas de distintos materiales, que fueron recuperados durante los trabajos de construcción del Paseo de Santa Lucía, obra que cumplirá una década de existencia en septiembre.
Los resultados aparecerán en una publicación como parte de la memoria del tercer Coloquio de Arqueología Histórica, convocado por el INAH el año pasado.
Entre los resultados se puede vislumbrar que en la zona poniente de la entonces ciudad de Monterrey, que no llegaba más allá de la avenida Félix U. Gómez en 1800, sus habitantes podían darse el lujo de importar porcelana desde Europa.
O bien, que la industria del vidrio empezaba a formar parte de los utensilios como cremas, refrescos o perfumes.
Para el arqueólogo Moisés Valadez Moreno, toda esta información no se tendría si en las obras de construcción del Paseo Santa Lucía no estuvieran presentes un equipo de arqueólogos. “Encontramos cosas muy interesantes como cerámicas europeas, lo que nos cuenta la vida de la gente que ahí vivía”, afirma Moisés Valadez Moreno en entrevista.
Revisando antecedentes
Monterrey no contaba con muchos antecedentes de un salvamento arqueológico. Oportunidades para conocer la historia de la ciudad se perdieron con la construcción del Condominio Acero o de la misma Macroplaza, obras que no tuvieron el cuidado de contar con especialistas que vigilaran. Con los antecedentes de 1996, que se rescataron restos óseos en un terreno cercano al cruce de las calles Héroes del 47 y Washington, es que se propuso la presencia de arqueólogos en las obras del Paseo Santa Lucía. El reto fue convencer a las autoridades e involucrados en las obras que era necesario un equipo de especialistas para vigilar las obras. “Fue difícil porque ellos decían ‘si no se encontró nada cuando las 40 hectáreas de la Macroplaza ¿por qué habría algo?’, nosotros por contraparte dijimos ‘si no se encontró es porque no se hizo el estudio’. Pienso que de tener un proyecto cuando la Macroplaza tendríamos información muy valiosa”, agrega el arqueólogo del centro INAH Nuevo León.
Los resultados
La investigación presentada por los especialistas Denise Carpinteyro Espinosa y Aiko Lázaro Yamashiro, junto al propio Moisés Valadez, ha arrojado pistas de cómo sería el estilo de vida de los habitantes del siglo XIX en los terrenos del Paseo Santa Lucía cercanos a Félix U. Gómez.
Los materiales recuperados se divide en restos cerámicos, vidrio, objetos metálicos y vestigios de concha, cuero, madera y piedra.
Destacan fragmentos de porcelana procedentes de casas inglesas como J& G Meakin (1851) y Bridgwood (1829), o francesas como J. Viellard & Co. Bordeaux (1835 – 1895) y Ollivier, de 1800.
Por años se pensó que en esa zona solo habitaron personas destinadas al trabajo del curtido de pieles, de textiles o destilerías. Los estudios en los objetos recuperados indican un cierto nivel económico destacado entre sus residentes. “Ahí podemos ver un poco cómo ha ido evolucionando la ciudad con los años. Este tipo de estudios fue la primera experiencia de un salvamento en Monterrey y que nos ha dado toda esta información”, menciona.
A todos estos vestigios se suman los restos óseos descubiertos entre 2006, 2008 y 2011 de los combatientes mexicanos y estadunidenses de 1846, además de monedas, balas, clavos y restos de ataúdes.