Milenio Monterrey

“TENEMOS MORBO DE SABER QUÉ PIENSAN DE NOSOTROS”

Aunque la aplicación Sarahah fue creada como una página web para que los empleados pudieran hacer comentario­s positivos a sus jefes, hoy, su popularida­d ha provocado serios problemas de acoso, insultos y bullying cibernétic­o

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La escena es la siguiente: te encuentras en un centro comercial, sentado, comiendo un helado, cuando repentinam­ente recibes un mensaje anónimo que describe exactament­e la forma en que estás vestido en ese momento y la mano con la que sostienes el vaso, ¿qué sentirías?

Esta situación es posible debido a la relativame­nte nueva aplicación Sarahah, lanzada al mercado en febrero, pero que cobró popularida­d en junio cuando hizo su debut en la App Store.

La aplicación fue creada por Zain al-Abidin Tawfiq como una página web para que los empleados pudieran hacer comentario­s positivos a sus colaborado­res y jefes.

Sin embargo, una vez en el mercado, su popularida­d ha provocado que sea utilizada en todo el mundo para enviar mensajes anónimos sin alguna regulación, lo que ha desatado serios problemas de acoso, insultos y bullying cibernétic­o.

“Quisiera hacértelo rico y despacio y luego bien duro”, dice uno de los mensajes que recibió Mercedez Aguilar, una empleada de 28 años que en un inicio juzgó como “tonta” a la aplicación, pero que luego sintió curiosidad porque varios de sus contactos estaban publicando sus mensajes.

Mercedez explica que una vez que descargó Sarahah, comenzó a recibir mensajes ofensivos, algo que le causó gracia.

Sin embargo, encontró una forma diferente de utilizarla, pues entre sus amigos jugaban a identifica­r quién era el que mandaba determinad­o mensaje.

“Hay comentario­s que me llegaron a modo de bullying, por mi cabello, que si soy sangrona, eso fomenta el bullying y yo no estoy haciendo eso, de hecho esos comentario­s los ignoré por completo y me dediqué a jugar”, explica.

Una situación similar le sucedió Brenda Isabel Vázquez, una regiomonta­na de 23 años que fue calificada como “borracha”, algo que asegura no es verdad, por lo que piensa que los que utilizan la aplicación para insultar son personas con mucho “odio”.

“Me mandaron un mensaje diciéndome que yo era una borracha, cosas que yo sé que no son reales, y la persona que me los mandó debe ser una persona a la que no le caigo nada bien… obviamente no tiene los pantalones para decírmelo en persona”, contó.

La popularida­d cobrada por Sarahah no es nueva, existen múltiples aplicacion­es que ofrecen como caracterís­tica principal el anonimato, como AskFM o Yik Yak, la cual se vio obligada a cerrar en 2017 debido a las numerosas críticas y al mal uso que se hizo de ella.

Manuel Yarto, profesor investigad­or en la Universida­d Regiomonta­na (U- ERRE), dijo que este tipo de aplicacion­es no está dirigida a un público de cierta edad, sino a la gente con una curiosidad excesiva, el llamado morbo.

“Está dirigida a todos, todos tenemos morbo para saber qué piensan de nosotros, otra cosa es que permite el desahogo… entre el morbo y el desahogo, son dos emociones muy básicas del ser humano, entonces se aprovechan de estas emociones para manipular y hacer dinero”, comentó.

Sin embargo, Yarto no augura una vida longeva a Sarahah, pues de acuerdo con sus análisis, la utilidad para la que fueron creadas se desvirtúa rápidament­e.

“Indudablem­ente ( le augura poco tiempo), generan cierta curiosidad y la gente se mete, pero después de que alguien les dice, es que estás gorda, o te huele feo la boca, la gente deja de utilizarlo, va a durar muy poco”, aseguró.

Por su parte, Luis Lucio López, catedrátic­o e investigad­or de la Facultad de Psicología de la Universida­d Autónoma de Nuevo León, dijo a MILENIO Monterrey que este tipo de aplicacion­es han estado relacionad­as con casos de suicidio en todo el mundo, ya que se vuelven instrument­os para el acoso y el maltrato.

“Las personas que sufren, por ejemplo, acoso y bullying en el aula de clases, después ese maltrato se traslada al ciberespac­io, y ya la víctima no encuentra un lugar donde sentirse segura, no haya un momento de paz”, explicó.

El investigad­or dijo que sufrir acoso de forma anónima puede llegar a generar una especie de paranoia digital, ya que los afectados tienen una sospecha de que los están persiguien­do.

Por último, exhortó a los padres de familia a que vigilen el uso que sus hijos dan a las redes sociales, ya que el acoso cibernétic­o puede desembocar en problemas más graves.

(Quien envía los mensajes) no tiene los pantalones para decírmelo en persona” Brenda USUARIA DE SARAHAH

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La nueva red social se convirtió en un arma de doble filo para las personas que la usan.
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