Antes de que cayera (el otro) muro
ntre más veo Hoy voy a cambiar más me pregunto: ¿Y Carla Estrada? ¿En qué va a acabar aquella historia de su serie sobre la vida de Silvia Pinal?
Se suponía que el proyecto no se lo habían cancelado, que se lo iban a posponer precisamente para esta parte del año, ¿no?
Bueno, ¿entonces? ¿Qué va a pasar con ella? ¿Le van a dar la oportunidad de volver a producir series y telenovelas o la van a seguir teniendo congelada en su oficina? ¿La van a regresar a Hoy?
Perdón, pero es que esto sí es un tema que va del más objetivo desperdicio de recursos a la más clara mala onda de los nuevos jefes de Televisa.
¿Por qué lo del desperdicio? Porque la señora es una de las mejores productoras de televisión abierta privada de toda América Latina.
¿Por qué lo de la mala onda? Porque es demasiada casualidad que justo en el momento en que cambiaron ciertos nombres en San Ángel a ella y solamente a ella, en ese nivel, la dejaron en ridículo.
¿O qué otra cosa se puede decir de haberle pospuesto para la segunda mitad de este año una bioserie de época a una productora tan increíblemente reconocida justo al día siguiente de la presentación de su proyecto a la prensa?
Lo más terrible de todo es que a Carla, que jamás se ha metido con contenidos negativos, le hicieron esto mientras que a otros, como los responsables de Hoy voy a cambiar, no solo no le pospusieron nada, los han ayudado como ya no se ayuda a nadie ni en Televisa ni en ninguna otra televisora.
Qué pena, de veras, lo que está sucediendo con las personas que alguna vez dejaron todo por un canal, por una marca, por una empresa.
Y no, no se confunda. La historia de Carla Estrada no es la de los enemil contratos de exclusividad que se han estado rompiendo en tantas partes.
La señora estaba en un nivel infinitamente superior, diseñando, ordenando, decidiendo, pero tal parece que en México la lealtad se castiga. ¿O usted qué opina? El viernes pasado se estrenó la nueva temporada de Alienígenas ancestrales por el canal History y yo todavía estoy levitando de felicidad.
¿Por qué? Porque Alienígenas ancestrales es uno de los programas más exitosos de todo nuestro país, el hit de los cables y las antenas directas al hogar.
La bronca es que como se trata de un concepto un tanto extravagante, hablar bien de esta joya del entretenimiento se ve mal, pero es lo máximo de lo máximo, el placer más culpable de todos.
En el remoto caso de que usted no sepa de qué le estoy hablando, Alienígenas ancestrales es algo así como Tercer milenio con Jaime Maussan, pero con producción y dinero.
Dicho en otras palabras, es un show sobre ovnis, extraterrestres y conspiraciones que vinculan a los gobiernos más poderosos del mundo con científicos, entidades macaras, cuestiones del más allá y hasta instancias venidas de otros mundos.
Es una locura, pero una dulce locura, porque se necesita tener un talento muy especial para plantear un espectáculo de este tipo y no caer en el mal gusto o en la promoción de la ignorancia.
¡Y para nada! Alienígenas ancestrales es ligero, sumamente entretenido y, aunque usted no lo crea, familiar.
La clave de su éxito está en que Giorgio Tsoukalo, su conductor, tiene un carisma enorme y en que los responsables de este título siempre nos están sorprendiendo. Hoy?
Si no es con un capítulo especial dedicado a México y los misterios de Teotihuacán, es juntando a una escandalosa cantidad de especialistas que juran y perjuran, por ejemplo, que la Luna no es un satélite natural sino una nave espacial colocada estratégicamente por cerebros extraterrestre para cuidarnos y vigilarnos.
Imposible estar viendo la televisión, encontrarse con esta clase de afirmaciones y no quedarse mirando History toda la noche en búsqueda de respuestas.
Y es que lo más maravilloso de Alienígenas ancestrales es que cuando uno, como consumidor de contenidos, cree que lo ha visto todo, ¡zaz!, aparece Giorgio y nos sale con una alucinación más pirada que las anteriores.
Ojo, la temporada que acaba de salir al aire es la décima. ¿Cuántos shows de lo insólito pueden presumir de haber durado tanto tiempo y, lo más sintomático de todo, de formar parte de una de las señales con más prestigio y credibilidad de toda la industria mundial de la televisión de paga?
¿Ahora entiende el tamaño de acontecimiento que es lo que sucedió el viernes pasado en el canal History?
Por favor, si de repente usted se quiere entretener con un título que lo rete con los contenidos más extraños que usted se pueda imaginar, por nada del mundo se vaya a perder lo nuevo de Alienígenas ancestrales.
La cita es todos los viernes desde las 20 horas en History, aunque lo bueno, lo nuevo, comienza a las 21 horas y termina dos horas después, como para que todos nos quedemos con la boca abierta. ¿A poco no? na de las cosas que más gocé de la película Atomic Blonde, basada en la novela gráfica The Coldest City, es su dirección de arte en un contexto particular, decadente, arrollador y que, sin duda, cambió el mundo para siempre: la caída del muro de Berlín en 1989.
La misma película comienza narrando cómo es que ese suceso ocurrió, acotando que la historia que nos contará no es esa. Pero en cierta forma, con todos los elementos de las fantasías que nos provoca la explosiva actuación de su rubia atómica, Charlize Theron sí le están trayendo esa historia a las nuevas generaciones y logran algo espectacular: un espacio hiperrealista para contar una historia tan inverosímil como una aventura de James Bond, pero fantástica en su propio estilo.
¿Ustedes recuerdan ver caer ese muro? ¿Pensaron que estaban presenciando un acontecimiento histórico de la magnitud que fue cuando lo hicieron? Yo recuerdo a mi padre viendo la televisión con incredulidad, mientras las piedras volaban y la gente celebraba. “Ya nada será igual”, me comentó. Y ahora, tantos años después, el primer largometraje de David Leitch logra mezclar la fantasía con esa realidad a través de una narrativa que ya no se ve en conceptos razonablemente nuevos.
Curiosamente las aventuras de esta espía británica, quien trae toda la actitud del mundo mientras batalla contra uno y otro traidor, como ningún hombre podría, se vuelven en un clásico instantáneo para los que gozamos de dos géneros: las buenas películas de espías y aquellas que rinden tributo a la historia moderna del mundo. Aunque si alguien lo único que está buscando es una gran película de acción para este fin de semana, pues ahí está la opción. Me pareció tan entrañable la forma en la que Atómica (no sé por qué le quitaron lo rubia del título aquí) retrata esos tiempos en que de pronto sentí nostalgia por una de esas películas malas que vi mil veces en el HBO de entonces, después de que salió en 1985. ¿Ustedes jugaron alguna vez a cazar a sus amigos con balas de pintura? ¿Se acuerdan cuando el Gotcha era la gran moda a escala mundial? Pues esto cobró toda la fuerza del mundo después de la cinta, con ese mismo nombre, que protagonizaba Anthony Edwards ( La venganza de los Nerds, E.R. y Top Gun) con Linda Fiorentino ( Hombres de negro), donde el muy joven y torpe Edwards acaba del lado equivocado de la cortina de hierro en Alemania por enamorarse de la mujer equivocada. Una comedia de espías se desarrolla en todo ese contexto con balística de pintura roja, azul y amarilla. La cinta, que pretendía y lograba contar qué pasaría si personajes dignos de La venganza de los nerds (mismo director) se toparan con James Bond, ocurrió en el momento perfecto de la historia, porque menos de cuatro años después ese muro ya no estaría ahí. Búsquenla después de Atómica si quieren un paseo completo por todos los géneros que se pueden desarrollar alrededor de algo tan espeluznante como semejante muro.
Digo, ya que estamos con el tema de las paredes tenebrosas y divisorias estos días. ¿Qué están pensando si no siguen a nuestro Jedi consentido en Twitter, Mark Hamil? Es espectacular dando golpe tras golpe al gobierno actual de su país y denunciando mitos respecto a Star Wars.