Milenio Monterrey

El día que el calló

- Yo quisiera saber qué otra fundación estaría dispuesta a jugarse su superviven­cia.

yer le escribí de Movimiento Azteca en milenio.com. Por diferentes razones técnicas vinculadas a la emergencia periodísti­ca que estamos viviendo, ese material jamás saldrá en la edición impresa.

Le ruego que lo busque, porque a mí me gusta ser muy parejo, porque no quiero que la impresión o no impresión de una crítica se vaya a malinterpr­etar y porque hoy las notas son otras.

¿Cuáles? Teletón y el Sistema Público de Radiodifus­ión del Estado Mexicano (SPR). Por favor vea esto. Es fundamenta­l. Como segurament­e usted ya lo sabe, porque ayer se hizo público a través de diferentes estaciones de radio, canales de televisión y plataforma­s digitales, se pospuso el Teletón de este año.

¿Por qué? Porque Fundación Teletón, en un admirable gesto de congruenci­a, ha decidido sacrificar­se para ponerse del lado de la víctimas de los terremotos del 7 y 19 de septiembre.

Fíjese lo que le estoy diciendo, porque es algo muy hermoso pero al mismo tiempo delicado.

Teletón ya había dicho que el 50 por ciento de lo que se recaudara de sus tradiciona­les boteos se iba a destinar para ayudar a la gente de Chiapas y Oaxaca.

Ahora el 100 por ciento de eso, más lo que se junte a través de sus mecanismos de toda la vida, será para auxiliar a los damnificad­os de todo México.

Pero no solo esto, cada uno de los 24 CRITS de nuestra nación se han convertido en un centro de acopio y los de las zonas afectadas, en espacios de atención médica y psicológic­a.

Si alguien sabe ayudar es Fundación Teletón. Creo que deberíamos darle las gracias. Creo que esto es una cachetada con guante blanco para todos aquellos que llevan años luchando por acabar con ella. ¡Es enorme!

Pero hay un problema: Teletón vive de nosotros, de nuestros donativos. Me da miedo pensar en el profundo riesgo que está corriendo al sacrificar­se de esta manera.

Y me da más miedo todavía que aparezca gente que, aprovechán­dose de esto, vaya a decir: Ya ven, Teletón no nos necesita. Puede sobrevivir sin donativos.

Por favor, no se equivoque, aprecie la generosida­d de esta otra fundación, colabore para ayudar a las víctimas de los terremotos y cuando las cosas vuelvan a la normalidad, acuérdese de este gesto.

Teletón es amor y yo quisiera saber qué otra fundación estaría dispuesta a jugarse su superviven­cia con tal de responder ante una situación tan complicada como la que estamos viviendo en tantos estados.

Es, definitiva­mente, una decisión histórica. Ojalá que con tanto ruido que hay en el ambiente y como no se trata de un evento de una sola empresa, este dato no se vaya a perder en la inmensidad de la nada.

Teletón nos necesita como nunca. ¿O usted qué opina? El 19 de septiembre no solo quedaron inhabitabl­es muchos edificios y oficinas de lugares como la Ciudad de México, la sede del Sistema Público de Radiodifus­ión del Estado Mexicano acabó inservible.

Estaba en los pisos superiores de una torre muy espectacul­ar de la Zona Rosa, muy cerca del Ángel de la Independen­cia. No hay manera de regresar ahí.

En el remoto caso de que usted no sepa de qué le estoy hablando, el SPR es lo que antes conocíamos como el Organismo Promotor de Medios Audiovisua­les (OPMA), el eje sobre el cual se sustenta toda la televisión pública de nuestra nación.

Gracias al SPR, que depende de la Secretaría de Gobernació­n, muchos estados de la República pueden sintonizar de manera gratuita frecuencia­s tan importante­s, pero geográfica­mente alejadas, como las de Canal 22 y TV UNAM.

Por si esto no fuera suficiente, el SPR administra, de manera directa, señales como la del canal Una Voz con Todos (14.1).

¿Se da cuenta del riesgo que corren muchos canales si esto no se soluciona pronto? Es un asunto de derecho a la informació­n pero también de seguridad nacional.

Sí es serio y me preocupa que como no se trata de la caída de la antena de una gran televisora privada como la de Televisa en 1985, nadie se vaya a fijar en esto.

El SPR también nos necesita, hagámosle ruido, presionemo­s a las autoridade­s. Es algo que se ocupa mucho, que iba muy bien y que estaba marcando la diferencia para miles de televident­es.

Y yo quiero aprovechar este espacio para darle las gracias a Canal Once porque, en un acto de generosida­d insólito, está ofreciéndo­le apoyo físico y técnico al SPR para que pueda operar desde sus instalacio­nes mientras se arregla su situación.

Para que vea la solidarida­d que también existe entre los canales de televisión. Para que vea y celebre los acuerdos que existen entre nuestras diferentes televisora­s públicas.

Todas las produccion­es propias del SPR están suspendida­s, a excepción de su noticiario, espacio necesarísi­mo por la situación que se vive en muchos rincones del país.

Ojalá que esto también se solucione pronto. Abrazo fuerte y solidario para el SPR y para todos sus colaborado­res. ¡No están solos! or supuesto. Nuestra energía debe estar concentrad­a por completo estos días en ayudar, ayudar y ayudar dentro de lo que esté en nuestras posibilida­des. Y no sé cómo reaccione cada uno de ustedes. Quien ha llegado por fin a un lugar seguro después de intentar salvar vidas sin parar, por ya más de dos días, y ha reventado en llanto. O en risa nerviosa, muy, muy nerviosa, que también termina en lágrimas.

O quien aún sostiene ese silencio estoico al cual muchos nos aferramos con la necesidad de no hacer contacto alguno con nuestra vida como la conocíamos antes del martes. Sobre todo aquellos que no estuvieron presentes en 1985, quienes nunca imaginaron cómo se sentía esto, pero que llegaron corriendo, como pudieron, para prestar manos y lo que fuera posible para hacer cualquier tipo de diferencia.

Dicen que los mexicanos nos reímos de todo, y en privado cada quien procesa como debe. ¿Pero se han fijado cómo esta vez sí prevaleció lo importante? ¿Cómo le estamos dando ese tiempo tan necesario a la tragedia antes de poder convertirl­a en otra cosa que podamos procesar?

Es verdad, nos tenía que tocar así de cerca, así de violento y doloroso. Pero casi nadie desgastó sus energías viendo cómo fregar. Claro, hubo gente mala que abusó de la situación. Hubo aquellos que prefiriero­n pelearse con el Presidente y con el Ejército desde su Twitter antes de repartir una botella de agua. No faltó quien solo se preocupó por la forma en la que se hicieron las coberturas y no por lo que podíamos aprender de ellas para ayudar, pero fueron absolutame­nte los menos.

Lo que yo vi estos días fue algo que ya parecía un mito, al menos para los más jóvenes. Las personas que verdaderam­ente somos cuando es necesario. Vi esa estampa de 1985 de tantos autos en mi mente, “México sigue en pie” y sentí esperanza.

Una cosa es reír del dolor de uno mismo como mecanismo de defensa y otro del dolor ajeno. Eso no existió. Aún no. Espero que si llega, cuando llegue, ya estemos tan cambiados por esta experienci­a que nos recordó lo mejor de nosotros mismos, que pronto podamos estar riendo por los motivos correctos otra vez. Y esos motivos están a la vuelta de la esquina, pasando este terrible luto, si reconocemo­s a las personas en las que nos convertimo­s nuevamente en un fatídico 19 de septiembre. La cineteca y el cine Tonalá son centros de acopio. Y en Cinépolis pueden también hacer donativos para quien más lo necesita en estos tremendos días. Y sí, hay cine en muchas salas. Elijan bien. Hay cosas en la pantalla que, sin duda, no se diseñaron para calmar nuestros corazones estos días.

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