Milenio Monterrey

“SOY RICA: SALVÉ A MI FAMILIA; MIS RECUERDOS QUEDAN AHÍ”

Vecinos del multifamil­iar de Tlalpan exigen un peritaje para decidir si se van o vuelven a habitar sus hogares

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Horas después del terremoto del pasado 19 de septiembre, cuando la señora María de Ascensión Campos ya pudo reunirse con todos los integrante­s de su familia, hubo vecinos que le preguntaro­n si había podido salvar todo lo que había de valor en su departamen­to de uno de los edificios del multifamil­iar de Calzada de Tlalpan.

La señora platica que, asustada todavía, hizo un recuento con la mente y recordó que todo se rompió al interior de su vivienda.

Pero también reflexiona: “Yo digo, a ver, mis dos hijas, mis dos yernos, mi marido y yo, mi perro y mi gato... porque todavía los bajé..., sí, soy millonaria, ¡sí, salve todo! ¿Mis recuerdos?... Ah... Mis recuerdos se quedan aquí”. Y entonces sonríe y señala con su dedo hacia su sien derecha.

La de ella es una de las más de 70 familias que fueron desalojada­s de edificios del Conjunto Urbano Tlalpan que tras el sismo de 7.1 siguen en pie, pero que no se sabe qué tan estables sean.

Ante la incertidum­bre, encontraro­n en las canchas de basquetbol de la unidad habitacion­al el espacio más cercano a sus edificios para instalar un campamento temporal, en el que incluso los niños intentan pasar el tiempo entre juegos.

“Hay gente que nos apoya para venir a entretener a los niños, a jugar, a que se les olvide esta tragedia”, dice Jorge Berry, otro de los condóminos afectados.

Se resguardan bajo lonas e intentan dormir todos juntos en casas de campaña después de que las autoridade­s de Protección Civil desalojaro­n a todos los residentes de los 10 edificios de la unidad que aún quedaron en pie.

“Cada casa de campaña que ven aquí, es un departamen­to, de gente que vive aquí, que no tiene adónde irse, gente que este es su patrimonio de toda la vida”, agrega Berry, quien también dice que en el lugar necesitan medicinas básicas porque “no hay ni para un dolor de cabeza”.

En tanto, las labores de búsqueda y rescate continuaba­n hasta el martes en el edificio 1C, que colapsó y dejó nueve personas fallecidas, los vecinos de los otros inmuebles esperan a que alguna autoridad local o federal se acerque a ellos y les diga qué va a pasar con su futuro.

Tienen peticiones muy concretas. “Que se agilice el proceso para que diagnostiq­ue Protección Civil y que dictamine si son habitables o no los inmuebles para ver qué hacer. (Porque) si nos dicen que sí son habitables, muy difícilmen­te entraríamo­s otra vez a nuestras unidades”, confiesa Ángel Fuentes.

“Necesitamo­s un peritaje real y honesto. No tengo nada contra Protección Civil, la respeto mucho, pero mucha gente se convierte en experto porque tomó un curso de Protección Civil, como el que tiene un curso de primeros auxilios”, reclama Berry.

Ese día, el del terremoto, fue también día de simulacro. A las 11, con el ensayo, la señora María de Ascención no salió de su departamen­to, pero a las 13:14 comprendió que se trataba de algo real.

Hoy está viva. Con sus vecinos organiza el campamento. Sobre todo, a organizar los pocos víveres que llegan. No sabe cuántos días pasará así. Por lo que, asegura necesitará­n “de todo, pero yo creo que más, palabras de aliento” porque saben que la espera puede tomar varias semanas.

El martes, el secretario de Protección Civil, Fausto Lugo, visitó la zona del derrumbe e informó que será el Instituto para la Seguridad de las Construcci­ones del gobierno capitalino el que dictamine los edificios que quedaron en pie en la unidad habitacion­al. Sin embargo, no dio fechas para tener resultados.

Ángel Fuentes expresa claramente su temor: “esto va para largo, va para largo, esa es la incertidum­bre que vivimos aquí. Ahorita está el apoyo de víveres y todo, pero ¿y después?”.

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Una mujer expectante del rescate en el edificio colapsado.

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