“EN GARCÍA SE ESTÁ PERDIENDO EL CULTIVO DE CEMPASÚCHIL”
La tradicional flor amarilla, indispensable en la celebración de Santos Inocentes y Día de Muertos, tuvo sus épocas de auge donde era distribuida en ciudades de la frontera y estados vecinos; hoy está al borde de la muerte
Unos cuantos brotes amarillos de cempasúchil destacan sobre un verde pastizal. El rocío de lluvia pende del terciopelo púrpura de la flor mano de león, en la víspera de ser cosechada para su venta.
Esta es la vista que tiene don Antonio Saldaña Moreno, quien junto a sus hijos están sentados en el pórtico de su hogar frente a una de los pocos cultivos de cempasúchil que aún persisten en el ejido La Rinconada, en García.
Los cultivos de esta tradicional flor, indispensable en la celebración de Santos Inocentes y Día de Muertos, tuvieron sus épocas de auge donde era distribuida en ciudades de la frontera, el sur de Texas y estados vecinos.
“Se llenaban camiones y camiones, yo llegué enviar a Laredo y Reynosa”, recuerda don Antonio Saldaña Moreno, de 74 años de edad.
En su parcela los colores indican la clase de cultivo: en la primera sección está la calabaza, después el terreno está preparado para la siembra de ajo, luego sigue el verde de cempasúchil para terminar en el púrpura de la mano de león.
Tesoro histórico
El nombre de la flor de cempasúchil proviene del náhuatl y significa “veinte flores” o “cuatrocientos pétalos”. Son conocidas por sus propiedades medicinales, así como para la preparación de insecticidas, aunque invariablemente se relaciona con las festividades del 1 y 2 de noviembre.
Si bien es un cultivo característico en Puebla, Estado de México o Michoacán, el cronista Antonio Flores Treviño refiere que la semilla de esta flor fue traía en la década de los 40 por Macario Muñoz, primo hermano del legendario luchador Blue Demon.
“Ya se sembraba en las huertas de San Pedro allá por 1942, pero es don Macario Muñoz quien la empezó a cultivar en García”, relata Antonio Flores, también custodio del archivo histórico de García.
Ejidos como Los Fierros, La Rinconada, San Isidro, La Candelaria o Casa Blanca empezaron a cultivar el cempasúchil, que mediante el ferrocarril y carreteras se empezó a exportar junto a cultivos como la calabaza, el ajo, la cebolla, el crisantemo, entre otros.
Sin embargo, había un elemento natural abundante que favorecía la producción agrícola: el agua.
“Te hablo que allá por los 70 y 80 salían camiones y camiones de flor para vender, todos aquí en el pueblo tenían su parcela para cultivar. Pero se fue el agua y sin agua no nace nada”, menciona Saldaña Moreno.
Brotes amarillos
Habitantes del ejido La Rinconada aseguran que el agua desapareció. Los parques industriales ubicados en Ramos Arizpe, así como los fraccionamientos privados sobre la carretera a Saltillo, han drenado el vital líquido dejando a los ejidos solo con lo necesario.
Además, con las reformas ejidales los propietarios empezaron a vender sus parcelas para construir quintas para el descanso de los citadinos, agravando la desaparición de la cultura agrícola en la zona.
Si bien la celebración de los Altares de Muertos no es propia del noreste, y tiene pocos años establecida en Nuevo León, la tradición de cultivar la flor de cempasúchil tuvo una época de auge, aunque hoy se está perdiendo.
Mientras que la mano de león se empieza a cultivar desde junio, la semilla de cempasúchil se cultivó en agosto para estar lista en la celebración de los Santos Inocentes y el Día de Muertos.
“Los brotes van a empezar a salir después de las lluvias, revienta la flor, la cortamos y la llevamos a vender al panteón de García. Se vende bien, ahí la gente compra bien el manojo”, explica don Antonio.
Y aunque los cultivos son pocos, la llamada mano de león con su manto púrpura y el amarillo brillante del cempasúchil aún siguen dando color a la zona ejidal de García entre las pocas familias que mantienen viva esta tradición.
Se fue el agua (con la llegada de parques industriales) y sin ella no nace nada”. Antonio Saldaña Moreno CULTIVADOR