Los Nobel 2017
Como cada año, octubre trae consigo los anuncios de los premios Nobel. Y como cada año, este comentarista se las ve negras para decir algo sobre los premios en áreas científicas en el exiguo espacio de su columna.
Comencemos por el de física: lo recibieron Rainer WeisS, Barry C. Barish y Kip S. Thorne “por sus contribuciones decisivas al detector LIGO y la observación de ondas gravitacionales”. Como lo comenté en este espacio en su momento (18 de febrero de 2016), solo mencionaré que la gran importancia del descubrimiento, que confirma nuevamente la relatividad de Einstein, queda clara por lo rápido que se le reconoció con el Nobel.
El premio de química, por su parte, lo recibieron Jacques Dubochet, Joachim Frank y Richard Henderson, “por desarrollar la microscopía crio- electrónica para determinar las estructuras de alta resolución de biomoléculas en solución”. Un avance importante, porque en biología molecular la forma de las moléculas que constituyen a los seres vivos es la clave de su función. La microscopía electrónica tradicional solo muestra imágenes borrosas de moléculas como ADN o proteínas.
Para determinar su estructura deta- llada, átomo por átomo, se usa desde los años 50 la técnica de cristalografía de rayos X, que es extremadamente laboriosa y requiere que las moléculas se encuentren ordenadas (como en un cristal o una fibra). En los 80, Henderson logró mejorar la resolución del microscopio electrónico refinando sus aspectos técnicos y enfriando las muestras con nitrógeno líquido. Al mismo tiempo, en los 70 y 80, Frank había desarrollado técnicas computacionales para procesar las distintas imágenes borrosas y bidimensionales de una misma molécula que el microscopio electrónico podía ofrecer, para “promediarlas” y generar un modelo tridimensional de ella.
Finalmente, Dubochet desarrolló un método que permite esquivar otro de los grandes problemas de la microscopía electrónica: que se hace en el vacío, lo que evapora el agua que normalmente rodea a la gran mayoría de las moléculas biológicas y altera su estructura. Logró enfriar el agua hasta que formara no un sólido, sino un fluido ultraviscoso (agua vitrificada). Con esto, junto a los avances realizados por sus colegas, la microscopía crio- electrónica se volvió realidad, y el análisis de la estructura detallada de los sistemas vivos dio un salto cuántico que seguramente proporcionará enormes avances en las ciencias biológicas y de la salud.
Por último, el Nobel de medicina lo recibieron los estadunidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young, “por sus descubrimientos de los mecanismos moleculares que controlan el ritmo circadiano”. Ellos identificaron el gen period, que fabrica la proteína PER, molécula maestra del reloj biológico de muchos organismos. El ritmo de su fabricación durante la noche y degradación durante el día — similar a los relojes de agua que mantienen el ritmo gracias a un recipiente que se va llenando hasta que se desequilibra y se vacía— explica desde los ritmos de las flores que se abren al amanecer y se cierran por la noche hasta el ciclo sueño-vigilia de los humanos, central para la salud.
Tres Nobel, tres avances grandiosos en ciencia.