Aprender a sobrevivir
Sobrevivir no siempre es obra de la casualidad.
Los seres humanos debemos estar conscientes y preparados para saber cómo actuar en un desastre natural.
La educación de la supervivencia es algo que debe tomarse muy en serio por parte del gobierno, las instituciones educativas y el sector empresarial. Somos vulnerables, es un hecho. Estar en una zona cero, es decir en el área de máxima devastación en tragedias, le puede pasar a cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento.
El pasado 19 de septiembre fue un claro ejemplo. Ese día se realizó un simulacro para recordar el sismo de 1985.
Pero el déjá vu se convirtió en pesadilla: A las 13:14 horas ocurre un nuevo terremoto que provoca el desconcierto total.
Suenan las alarmas, pero nadie sabe qué está ocurriendo, esto demuestra que los simulacros no son del todo la respuesta que se necesita para estar preparados ante el desastre.
Al principio reinó la confusión, el miedo, la desorganización; luego el milagro: La población con el puño en alto se organizó de manera espontánea para salvar vidas. Es de subrayar la respuesta de los mi
llennials, aun cuando muchos no tenían la experiencia anterior (1985), marcaron la diferencia con cadenas humanas, centros de acopio, tecnología al servicio del rescate, vinculación de personas, distribución de ayuda, entre muchas funciones más.
Ahora es el momento de desarrollar las estrategias formales en educación a través de manuales que se implementen en escuelas, universidades, hospitales, iglesias y empresas de manera sistemática dentro de programas obligatorios para no caer en el costumbrismo.
Hay que enseñar a proteger la vida en lo que llamaremos el “momento cero”, que es cuando está ocurriendo el evento.
Lo significativo para quienes les tocó vivirlo es poder salvar a otros a través de su experiencia y enseñar la mejor lección: que tras un desastre no estamos solos, siempre hay esperanza.
Recordémoslo siempre.