Ni optimista ni pesimista, posibilista: Gabrielle Walker (Parte 1)
esde niña Gabrielle Walker ha sentido una irrefrenable pasión por el hielo o, más bien, por los lugares congelados como la Antártica. Ahí, entre el hielo y el cielo, lejos de ruidos mundanos y distracciones que hacen que el silencio sea ensordecedor, ella encuentra una paz inigualable. “Es casi como meditar”, me dice. Gabrielle ama, además, los mensajes que tiene el hielo para nosotros. “Las burbujas de aire pueden mostrarnos cómo nuestra atmósfera ha cambiado desde el pasado hasta el día de hoy y cómo modificamos esa atmósfera con los gases que hemos puesto en ella después de quemar carbón, gas y petróleo. Al mismo tiempo está el aviso de un futuro posible, que está en los mundos del hielo, porque se están derritiendo”.
Esta pasión llevó a Gabrielle a obtener un doctorado en Química por la Universidad de Cambridge, además ha sido maestra en la Universidad de Princeton. No solo eso, también ha escrito cuatro libros —traducidos a una docena de idiomas— que exploran la relación de los seres humanos y el planeta; es conferencista sobre temas de cambio climático y contribuye con frecuencia en la BBC, así como en diversos periódicos y revistas.
Su estudio sobre hielo la ha hecho consiente de los problemas por los que atravesamos. “El hielo que se está derritiendo aumenta el nivel del mar, lo que hace que las tormentas e inundaciones sean peores. Es un mensaje dentro del hielo para el pasado y también para nuestro futuro. Es evidente que estamos marchando hacía un futuro muy peligroso, pero cada vez que dices eso es más seguro que continuemos así. Es como una paradoja: el miedo que sienten las personas ante el futuro les impide actuar y usar su creatividad e imaginación. Es por eso que muchos dictadores han usado el miedo para controlar, porque la gente que lo siente, que está asustada, no puede cambiar nada. Poco a poco me di cuenta, en este caso, que lo importante no es ignorar los problemas, las dificultades y el futuro (que puede ser muy malo), pero al mismo tiempo se debe buscar otra historia para dar no simplemente la pesadilla sino el sueño, las oportunidades”.
Gabrielle destaca la importancia de que los sueños sean realistas, no ideales o utópicos, ya que esto es un peligro aún mayor. Ella cree que hay que buscar sueños posibles y realistas; pone como ejemplo el cambio que se está realizando en la forma de trasladarnos. La tecnología que hace posible los autos eléctricos es cada vez mejor. Se espera que los precios de esos autos disminuyan y tengamos un transporte que genere menos ruido y contaminación en poco tiempo. Subraya la importancia de un transporte público que haga que sea más eficaz ir en Metro o en autobús que en auto. “Tenemos que cambiar la mentalidad, la energía que utilizamos, la manera en que hacemos los productos y los negocios. Si puedes cambiar la historia, puedes cambiar la mentalidad y entonces puedes lograr un cambio definitivo”. Gabrielle considera que hay muchas personas trabajando para cambiar la tecnología e incidir en políticas públicas; sin embargo, hay poca gente que se dedica a cambiar la mentalidad y es lo que requiere más atención en este momento. Conocí a Gabrielle en Querétaro durante el Hay Festival, el pasado septiembre. A pesar de sus estudios y fama es una mujer sencilla, que sonríe con frecuencia y con la que es muy fácil hablar. Lo que llama la atención sobre ella es que a pesar de entender a profundidad los enormes problemas que el calentamiento global tiene para la supervivencia de los seres humanos en el planeta, su visión no es aterradora, ni catastrofista. Los conceptos que Gabrielle utiliza para hablar del cambio climático como la necesidad de cambiar mentalidades, “posibilista”, escuchar para mejorar, y modificar las emociones con las que son aplicables a todas las áreas de nuestra vida. Por ello, y para no dejar nada fuera, publicaré la entrevista en dos partes. Más de esa conversación, la semana que entra. Buen domingo a todos.