ablar de infidelidad es complicado porque significa algo diferente para cada persona: ¿una aventura de una noche es una infidelidad? Muchos dirán que sí, mientras que la considerarán solo una “canita al aire”. ¿Puede equipararse a una relación prohibida de años? ¿Un amor platónico con alguien que no es tu pareja puede considerarse una infidelidad? Me topé en el Financial Times con una columna de Janan Ganesh titulada “Why are we so hard on the cheats between the sheets?” Algo así como ¿por qué somos tan duros con la infidelidad? (https://www.ft.com/content/4bad529eba31-11e7-8c12-5661783e5589), texto en el que analiza los cambios en los tabúes sexuales en los últimos 50 años.
Lo que me llamó la atención de la columna fue la mención de un estudio realizado por Pew Research Center, en 2014, sobre la percepción de la moralidad en diversas cuestiones, entre ellas, la infidelidad. Con tantas maneras de pensar, encontrar algo en lo que coincida la mayoría de los seres humanos del planeta parecería imposible de encontrar; sin embargo, ¡existe!, y es que la mayoría de las personas en este mundo (salvo en Francia) considera que la infidelidad es moralmente reprobable.
En países como Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña, solo 4 por ciento de los encuestados dijo que la infidelidad era moralmente aceptable. En México, el estudio de Pew reveló que los romances extramaritales son considerados “moralmente aceptables” únicamente por nueve por ciento de los encuestados (casi el doble que en los países antes mencionados), mientras que 12 por ciento no consideraba que fuera un asunto que tuviera que ver con la moralidad y 74 por ciento lo consideraba moralmente reprobable. ¿En serio?
Si tan terrible y reprobable es la infidelidad no entiendo cómo sobreviven sitios web especializados para “pintar los cuernos” y mucho menos el terror que causó en varios el hackeo y robo de información a la página de Ashley Madison hace dos años. Tampoco me explico que con un número tan bajo de personas que consideran a la infidelidad moralmente aceptable ésta va al alza año con año en Estados Unidos y Gran Bretaña, según muestran las estadísticas.
¿Será que alguien está mintiendo? ¿Debemos inferir que la “carne es débil” y somos infieles a pesar de que nos parezca moralmente inaceptable? No lo sé. Quizá pensamos que la fidelidad es algo que se debe exigir a otros, pero que no debe aplicarse para nosotros. Un conocido mío, quien es sabidamente infiel, casi le pide el divorcio a su esposa porque ella “hablaba” con otros hombres en Facebook.
El tema me recordó la misma incongruencia que existe en torno a la corrupción. De acuerdo con el Barómetro Global de la Corrupción 2013, elaborado por Transparencia Internacional, para más de 90 por ciento de los mexicanos la corrupción constituye un problema y para casi 80 por ciento es serio. ¿De verdad? Si todos la reprobamos ¿por qué la vemos por todas partes? Parecería que las leyes de corrupción tampoco aplican para todos. He escuchado a personas condenar duramente la corrupción de los políticos, pero defender la evasión de impuestos. Como si la honradez y el cumplimiento de la ley solo fuera exigible para servidores púbicos no para ciudadanos de a pie. Creo que ya he relatado en este espacio con anterioridad que alguna vez envié un correo para reclamarle el robo de luz (su departamento tenía “diabitos”) a una vecina y respondió a mi correo de la siguiente manera: “Pero además, a ti qué te importa, solo le estoy robando al gobierno”. Así con todas sus letras. Como si robar al gobierno lo hiciera moralmente aceptable. Con ciudadanos “modelo” como esa mujer, no debe sorprendernos que México ocupe este año el lugar 95 de 123 en el Índice de Percepción de la Corrupción, de Transparencia Internacional. Lamento agüitarles el domingo, pero la incongruencia no nos ayudará a solucionar los problemas. Quizá deberíamos empezar por aceptar que la monogamia no es para todos y que no cumplir las leyes hace parte de la corrupción que reprobamos. ¿Usted qué opina?