Autorretrato
El arte en sí mismo es un autorretrato, la relación del artista con la obra es tan personal e íntima que cualquier obra que haya sido realizada de verdad, es decir, pensada y fabricada por el autor nos revela quién es. Es la gran diferencia entre el readymade y la obra que es resultado del trabajo intelectual y físico del artista. La memorabilia del readymade no habla de alguien, que se reúnan objetos personales no describe lo esencial: la capacidad creadora de esa persona desde su psique. La relación entre ser y hacer es parte del arte desde la decisión de elegir una disciplina hasta desarrollarla como forma de vida y, obviamente, de expresión. Los objetos comparten infinidad de similitudes, carecen de variantes porque son prefabricados, millones iguales unos a otros. La realización de una obra impone su unicidad, es imposible que exista otra igual y en esa diferencia está la esencia del artista. En la factura todo es revelador de quién la hizo: el tema, el color, la textura, la composición, el estilo, y evidentemente la maestría que nos establece las capacidades de esa persona, su nivel de preparación y dedicación. Es importante porque de eso se trata el arte, de hacer un objeto con intenciones artísticas, es decir, con características que lo involucren con una disciplina para expresar la psique del autor y su visión de lo que vive, piensa y siente. Las obras que llenan los museos de arte contemporáneo, que son prehechas o que son trabajos industriales de factoría nos di- cen nada del talento y el ser que las firma. Lo único que alcanzamos a vislumbrar es que esa persona no tiene el compromiso de dominar su talento para crear una obra. Elegir objetos y saber quién está detrás de esa elección no es una investigación del arte, es del marketing, es justamente lo que hacen las redes sociales al clasificar a sus usuarios para las marcas que les pagan por violar la intimidad de la gente. Las marcas si necesitan saber si alguien que compró ropa o utensilios domésticos está casada, tiene hijos, su edad, y hábitos porque dirigen la publicidad a ese nicho. La investigación no se dirige a conocer su más íntima psique o a saber en qué ámbitos desarrolla su imaginación, simplemente quieren saber los hábitos de consumo. Los artistas y museos están tan supeditados a la sociedad de consumo que piensan que alguien se describe a sí mismo llevando un montón de juguetes o revistas o su colección de discos de vinyl, llegan al grado de que los artistas exhiben sus certificados escolares como si fuera arte pasar la primaria. Esas obras solo replican la obsesión contemporánea de sobrevalorar lo superficial para negar lo esencial, es irrelevante lo que alguien usa, encuentra o recolecta, esa es una actividad que todos comparten, lo que es trascendental es cómo un ser humano tomó algunos materiales y los transformó en algo inteligente, irrepetible y bello, eso es un misterio fascinante. El resto de las cosas seguirán engrosando la pasajera arbitrariedad de los académicos.