Milenio Monterrey

Osos polares, hacinados por el cambio climático

El deshielo obliga a estos animales a salir de su hábitat natural y acercarse a los poblados

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Los turistas que viene a admirar desde barcos los paisajes helados del Ártico ruso creían haber visto pequeños bloques de hielo, pero en realidad eran 200 osos polares en pleno festín, devorando una ballena. “Todos estábamos atónitos”, dijo Alexandre Gruzdev, director de la reserva natural de la isla Wrangel, en el extremo Oriente ruso, donde tuvo lugar este encuentro “único”. Los osos polares estaban reuni- dos para despiezar el esqueleto de una ballena arrastrada por las olas. El grupo estaba formado por varias familias, incluidas dos madres, cada una seguida por cuatro oseznos, explicó Gruzdev. Si bien un espectácul­o así fascina a los turistas, para los cien- tíficos ilustra las consecuenc­ias del calentamie­nto global, que transforma el hábitat natural de los animales, aumenta la competenci­a por los alimentos y los acerca a zonas habitadas.

El cambio climático provoca un deshielo más temprano y empuja a las poblacione­s de osos polares a pasar más tiempo en tierra firme y a acercarse cada vez más a los pueblos, algo peligroso.

Tras el deshielo, los osos polares suelen descansar entre agosto y noviembre en la isla de Wrangel, en el mar de Chukchi, antes de reanudar la caza de focas. Además, se considera que la isla es la principal zona del Ártico en la que paren las hembras.

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MAX STEPHENSON/AFP La manada devora una ballena arrastrada por las olas.

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