Milenio Monterrey

DonChelo, una historia del Viejo Oeste en México 2017

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

En 2010 lo detuvieron y lo acusaron de portación de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército, portación de arma de fuego sin licencia, posesión de granadas, delitos contra la salud y corrupción de menores. Dicen que llevaban un rato tras él y, como dicen los abogados, le aventaron el Código Penal completo. Pasaría mucho tiempo en prisión. Será por eso que cuando llegó al penal de Puente Grande, José Luis Gutiérrez Valencia o Barrera o alguno de los muchos nombres que usó pero al que se conocía como Don

Chelo o El Ojo de Vidrio, se acomodó. Esto quiere decir, se adueñó, se hizo el rey, el jefe. Suegro del Menchito, consuegro de El Mencho, líder del cártel de Jalisco Nueva

Generación; nada pasaba en el penal estatal sin que Don Chelo lo supiera.

En mayo de este año dimos a conocer en MILENIO un video que mostraba con lujo de detalle quién era el jefe allá adentro, grupos musicales, incluidos los Buchones de Culiacán, güisqui de sobra, escoltas para

Don Chelo, baile, fiesta. Un día después, el entonces fiscal de Jalisco me dijo que Don Chelo ya no mandaba en el penal, que él había ido esa misma mañana, pero que habría una investigac­ión sobre aquella fiesta, “aquellos tiempos”, si es que en verdad eran lejanos.

De esa investigac­ión nada ha surgido. Es más, Marisela de los Cobos, encargada de los reclusorio­s estatales en aquellos tiempos, ya trabajaba como fiscal central, puesto que sigue ocupando.

El 24 de noviembre, el juez tercero de Distrito le dictó sentencia absolutori­a de todos los cargos. El 25, Don Chelo seguía en (su) prisión, la Secretaría de Marina lo esperaba afuera para volverlo a detener —no está claro por cuáles nuevos cargos—. De alguna manera, era el jefe del reclusorio, logró salir.

Durante la madrugada de este lunes se registró un enfrentami­ento entre la Marina y un grupo de delincuent­es en los límites entre Tonalá y Zapotlanej­o. El resultado, un marino y dos civiles muertos, uno de ellos era Don Chelo. Ayer en la tarde me llegó una foto del cadáver, con una ametrallad­ora encima. Lo que le acabo de contar es México 2017. Hay tantas cosas mal en esta historia, tantas: la procuració­n de justicia, los ministerio­s públicos, el juez, el sistema penitencia­rio, la impunidad de unos y otros, la Marina y el enfrentami­ento.

La historia de Don Chelo es del Viejo Oeste, siglos después, en México.

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