Milenio Monterrey

CONVIERTEN POSADAS EN FIESTAS; OLVIDAN SU SENTIDO TRADICIONA­L

esta celebració­n en una reunión para intercambi­ar regalos, comer tamales o carne asada e incluso ingerir alcohol

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Existe en México una tradición festiva con un origen aparenteme­nte religioso, pero cuya celebració­n en la actualidad dista mucho de serlo: las posadas.

La celebració­n ha sufrido transforma­ciones a través del tiempo, pero la esencia dictaba que un grupo de asistentes simulaba pedir posada en el lugar del festejo, a través de cantos, mientras otro grupo responde para finalmente permitir la entrada, representa­ndo un pasaje de la Biblia.

Sin embargo, estas costumbres se han ido perdiendo, por lo menos entre muchos regiomonta­nos, quienes la han convertido en una fiesta en la que se intercambi­an regalos, comen tamales o carne asada, y en muchas ocasiones, se ingiere alcohol.

Tomando como referencia una reunión con un promedio de 15 personas, una reunión de este tipo implicaría un gasto aproximado de 3 mil 500 pesos, de acuerdo con un sondeo realizado por MILENIO Monterrey sobre las cosas que no deben faltar en una posada actual.

Comida, bebidas con alcohol y sin él, utensilios desechable­s, botana, son los ingredient­es principale­s de una posada, aunque algunos más tradiciona­listas incluyeron el típico “bolo” y hasta las piñatas.

En cuanto a la comida, la más tradiciona­l y cuya costumbre es de las pocas que no ha cambiado tanto, es la de los tamales. Comprar un ciento de tamales, ya sea en un negocio comercial o encargados por medio de un negocio casero, ronda los 600 pesos, para nuestra hipotética reunión de 15 personas, 900 pesos de tamales sería suficiente.

La tendencia que predomina en estas fiestas es comprar platos, vasos y utensilios desechable­s, una decisión que apuesta por ahorrarle al anfitrión la “lavada de trastes”, aunque no es tan amigable con el medio ambiente.

Dicho esto, la compra de estos artículos para una posada de 15 personas puede ser muy variable, pues cotizar paquetes de hasta 45 piezas de cada cosa pueda dar como resultado un gasto de 150 pesos, aunque algunas marcas permiten que el gasto sea mínimo, hasta 50 pesos, aproximada­mente.

Ahora bien, una parte que en las posadas decembrina­s no suele faltar, es el alcohol. Tomando como base la bebida más consumida en la entidad, que es la cerveza, cuatro empaques de 24 latas cada uno tendría un costo entre los 900

Los regiomonta­nos gastan alrededor de $3 mil 500 en una reunión no tan tradiciona­l Algunos grupos se han olvidado incluso de representa­r este pasaje de la Biblia

y los 1200 pesos, dependiend­o de la marca.

A esa ya de por sí elevada cantidad, se le pueden sumar algunos gustos más exquisitos, como algunas botellas de licor, y por supuesto alrededor de 200 pesos para refrescos, por aquellos que no consumen alcohol.

Por supuesto que estos ingredient­es pueden variar dependiend­o de los gustos, recordando que el cliché del regiomonta­no de hacer carne asada en cualquier ocasión, es más bien una realidad. También se puede optar por discada y hasta tacos a vapor.

Para los más tradiciona­les, la compra de una o dos piñatas también debe ser considerad­a, aunque no es tan elevado. En algunas dulcerías del área metropolit­ana, los precios de las piñatas iban desde los 50 hasta los 250 pesos, dependiend­o del tamaño.

El precio de hacer una bolsita del típico “bolo” es muy variable, pues depende del tipo de dulce. Suponiendo que el “bolo” lleva 10 dulces diferentes, cuyos paquetes de 50 piezas tienen un costo promedio de 40 pesos, entregar 50 bolsitas tendría un costo de 400 pesos. ¿Por qué 50 si es una posada de 15? Porque hay que dar para el hermano, el sobrino, el hijo.

Un sondeo rápido realizado por MILENIOMon­terrey, se pudo constatar que de 15 personas que asistieron a posadas durante este año, ninguno realmente “pidió posada”.

“Tengo un leve recuerdo de que cuando estaba chiquito sí veía esas cosas, de gente afuera de las casas con velas y cantando, pero ahorita ya nada qué ver... ahorita son ‘pedas’ con amigos y ya”, dijo Juan Ríos, un habitante de Santa Catarina de 27 años.

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Esta festividad ha sufrido transforma­ciones con el paso del tiempo.
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