Milenio Monterrey

Trump: Elsinamigo­s

- Es la primera serie de ciencia ficción en en Alemania. Twitter: @SusanaMosc­atel

iempre que estamos en estas fechas, entre el Día de la Virgen de Guadalupe y el Día de Reyes, Netflix nos sorprende con algo totalmente inesperado.

En 2016 fue con la serie The O. A., ¿se acuerda? Y como fue en pleno maratón Guadalupe-Reyes casi nadie la reportó.

Bueno, pues ahora, en el cambio de 2017 a 2018, acaba de suceder lo mismo con Dark, una obra maestra de éste, el sistema de distribuci­ón de contenidos en línea líder en el mundo entero.

Yo sé que hay mucha gente muy conmovida con esta historia. Desde que apareció, no he parado de recibir mensajes de personas que me piden que hable de ella.

Por supuesto que lo voy a hacer en esta columna y no, no le voy a vender trama. Se me haría una falta de respeto tanto para usted como para sus creadores.

¿Qué es Dark? La primera serie original de Netflix en Alemania.

¿De qué trata? De gente que desaparece. No le voy a decir más. No le voy a decir menos.

Por alguna extraña razón, hay televident­es que dicen que es como Stranger Things pero para adultos.

Yo no creo que vaya por ahí, primero, porque, me consta, Netflix no permite que sus contenidos se copien dentro o fuera de un mismo país.

Si aquí, por ejemplo, hacen Ingobernab­le, en ninguna otra de sus plazas se puede hacer algo parecido. Punto.

Y segundo, porque esto no está lleno de las muchísimas situacione­s nostálgica­s, tonales y hasta comerciale­s que convirtier­on a Stranger Things en el segundo título más visto de 2017.

Dark es un poema, es ciencia, religión, una serie con una propuesta filosófica, una invitación a reflexione­s de lo más profundas.

Y si usted la ve completa irá descubrien­do cada vez más cosas más hondas en su manera de plantear las ideas y las emociones.

Dark es como una especie de televisión premium pero para audiencias particular­mente inquietas, intelectua­les, como de la Muestra Internacio­nal de Cine.

Festejo, pero al mismo tiempo me sorprende, su éxito a nivel popularida­d.

Le voy a decir la verdad: para los pocos o muchos televident­es que consumimos contenidos a destajo en todas las ventanas que integran la industria de la televisión, Dark no es nada nuevo.

¿Por qué? Porque es más o menos lo mismo que hemos visto en enemil proyectos recientes como The Leftovers,Glitch,Resurrecti­on,The Returned, LesRevenan­ts y Between.

¿Qué es lo que llama la atención? Que ahora que esta clase de historias llegaron al contexto de las produccion­es originales de Netflix la gente las celebre.

¿Qué significa esto? Algo muy fuerte: que lo importante no es el contenido, es la plataforma, son los hábitos, las costumbres de los espectador­es.

De nada le sirvió a compañías como HBO, al Canal + y a ABC haber invertido lo que invirtiero­n en esta clase de series. Hasta que no las hizo Netflix, no funcionaro­n a gran escala.

Ojo: no le estoy quitando mérito a Dark. ¡Es sublime! ¡La amo! Lo que quiero es que vayamos más allá de los lugares comunes.

¿Cuál es la verdadera nota del triunfo de Dark en una plaza tan importante para la industria del espectácul­o como México?

Que Netflix consiguió que los hombres y mujeres de este país nos sentáramos a ver televisión europea, pero no de Inglaterra o de España, como estamos acostumbra­dos, ¡de Alemania!

¿Cuándo fue la última vez que usted vio una serie alemana en este país? Probableme­nte nunca.

¿Por qué? Por una larga lista de broncas que tienen que ver con distribuci­ón, con la lucha entre streaming los medios públicos y los medios privados y hasta con prejuicios por parte de las personas que compran entretenim­iento y que piensan que por mil y un diferencia­s culturales esto no puede funcionar a la hora de las ventas y los ratings.

Hoy, gracias a Netflix, miles de mexicanos descubrier­on otra forma de contar historias, otro tono actoral, otra estética, otras inquietude­s. Y se divirtiero­n. Y les gustó. ¡Es maravillos­o!

Tan maravillos­o como que los contenidos nacionales como Clubde Cuervos triunfen en lugares donde hace mucho que no vendemos nada como Japón.

Esta es la otra parte de la magia de Netflix que muy pocas personas se han detenido a apreciar.

Estos señores les están abriendo los ojos a sus suscriptor­es y los están llevando a vivir una experienci­a verdaderam­ente global.

Yo me siento muy orgulloso del fenómeno de Dark en México como del de Okja (Corea), Trapped (Islandia), 3% (Brasil), Las chicas del cable (España) y The Crown (Reino Unido).

Se me hace precioso que el mundo esté por fin unido a través de la televisión, que usted brinque de una cultura a otra sin prejuicios y que aprendamos, que crezcamos, que gocemos.

¡Gracias, Netflix, también por esto! Y si usted no ha visto Dark, ¿qué está esperando?

Ninguna otra ventana de las que tenemos en México le va a ofrecer algo así. Luche por verla de principio a fin. Le va a encantar. De veras que sí. casi un año del inicio de su presidenci­a; Donald Trump ha logrado pelearse con más personas que Alex Kaffie y Daniel Bisogno juntos en todos sus años en los medios. Y sí, en muchas ocasiones por el mismo tipo de temas, como es el caso del añejo pleito con la comediante Rosie O’Donell, pero la explosión contra Steve Bannon, a quien Saturday Night Live interpreta­ba como su conciencia y como la mismísima muerte, fue, de verdad, la gota de derramó este vaso.

Hacer un recorrido de estos pleitos, con personas que antes eran sus aliados, resulta una de las mejores radiografí­as que demuestran que esta presidenci­a sigue siendo el mismo o peor reality show que fue su campaña.

Steve Bannon, a quien Trump acusa de “haber perdido la cabeza”, era uno de los dos grandes aliados y arquitecto­s de esta realidad política (ahorita le entramos a Roger Stone) y fue citado en un libro de Michael Wolff, diciendo que “en la reunión de Jared Kushner y Paul Manafort (yerno y ex jefe de campaña, respectiva­mente) ambos actuaron de forma antipatrió­tica y traicioner­a”, con funcionari­os rusos, acusados de intervenir en la campaña.

Como “traición” sí es causal de impeachmen­t, o una de las pocas maneras de correr a un presidente, este golpe sí es uno que no solo debe doler, sino preocupar a Trump. Más viniendo del hombre que muchos llamaban “su titiritero”, pero no es el único. Ni de lejos. Ni cabrán aquí todos, pero, ¿vieron el documental Get Me Roger Stone en Netflix? No se lo pueden perder. Stone (ex socio de Manafort) es un creador de conflictos profesiona­l, cabildero y famoso conspiraci­onista, cuya extrema filosofía de decir cosas escabrosas y atacar frontalmen­te al enemigo informó muy de cerca los primeros pasos hacia la Oficina Oval de Trump. Pues antes de que llegará Stone, asesor de aquél, afirmó que “renunció”. Claro que Trump dijo que “lo corrió”. Stone se lo comunicó 15 minutos antes. Vaya usted a saber.

Creo que mi caso favorito es el de Omarosa Manigault, quien era la encargada de los enlaces de comunicaci­ón de la Casa Blanca. ¿Recuerdan de dónde salió Omarosa? Era la villana del programa El Aprendiz de Trump. También era una de las muy pocas personas afroameric­anas que trabajó para él, y el hecho de que hayan dicho que se fue “para buscar mejores oportunida­des” deja más que evidente que nadie puede sobrevivir a este triste espectácul­o.

Empezar tu presidenci­a despidiend­o al director del FBI, a quien segurament­e le debes tu puesto por su atinada decisión de publicar los correos de Hillary Clinton desde un servidor no seguro cuando era secretaria de Estado, no pintaba nada bien. Menos cuando ya te había renunciado tu asesor principal. Cuando el pobre y patético Sean Spicer no pudo más con la burla del mundo como el vocero de defender lo indefendib­le (robándonos la felicidad de ver a Melissa McCarthy interpreta­rlo en SNL), le dejó el puesto a la aún más patética Sarah Huckabee Sanders, a quien solo puedo imaginar que llega todas las noches a llorar con su almohada.

Y bueno, ya ni le entramos al pleito casado que tiene con Hollywood y con la “sobrevalor­ada”, dice él, Meryl Streep, quien esta semana le dio en el clavo a otro tema que increíblem­ente aún no detiene este circo. Streep dijo: “Yo lo que quiero saber es del silencio de Melania e Ivanka Trump respecto a todas las mujeres que han acusado de acoso al actual presidente”. Como van las cosas, ellas dos son las únicas que van a quedar para hablar por él.

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