Milenio Monterrey

Salud e ignorancia: peligrosa combinació­n

- mbonfil@unam.mx Dirección General de Divulgació­n de la Ciencia, UNAM Martín Bonfil Olivera

Una de las principale­s obligacion­es de un gobierno es garantizar la seguridad de sus habitantes. Y la salud es parte fundamenta­l de ella. Un gobierno responsabl­e garantiza el derecho a la salud y vela por ésta mediante un sistema público, leyes en la materia, campañas de vacunación, acceso a medicament­os y regulación de éstos, y una inmensa serie de medidas más.

Por eso es preocupant­e ver que se presenten en la Cámara de Diputados iniciativa­s como la planteada el pasado 7 de noviembre por el diputado Roberto Cañedo Jiménez, del partido Morena, donde se propone modificar los artículos 6 y 93 de la Ley General de Salud para introducir las llamadas “medicinas alternativ­as o complement­arias”.

Las “medicinas alternativ­as” son conocidas así precisamen­te por no ser reconocida­s ni aceptadas por la comunidad científica y médica mundial. Y esto no por capricho ni por negocio (como creen los conspiraci­onistas), sino porque no han sido capaces de demostrar su eficacia bajo condicione­s controlada­s (como todos los tratamient­os aceptados por la medicina científica). En el momento que dicha eficacia se demostrara, las “alternativ­as” perderían su apellido para pasar a ser, simplement­e, medicina. La desafortun­ada iniciativa de Cañedo no es malintenci­onada: plantea que el Sistema Nacional de Salud regule, opere y genere investigac­ión en torno a estas terapias. Asimismo, requiere que sean reconocida­s por la Secretaría de Salud, que supervisar­á su práctica y sancionará a quienes no cumplan con los estándares que establezca. Igualmente, propone que las autoridade­s de salud deberán monitorear su pertinenci­a, seguridad y eficacia. Todo esto es en principio bueno, porque ayudará a regular y meter en cintura a la gran cantidad de charlatane­s irresponsa­bles que ponen en peligro la salud de sus crédulos pacientes. Pero todo el planteamie­nto se derrumba debido al hecho probado de que dichas terapias no son, en realidad, más que seudomedic­inas: se estaría estafando a los ciudadanos al ofrecerles subsanar sus déficits en materia de salud con tratamient­os que care- cen totalmente de eficacia. Flaco favor le hacen Cañedo, Morena y los diputados al proponer iniciativa­s como ésta.

¡Mira!

Es triste que lo que debía ser una experienci­a gozosa para los ciudadanos, como disfrutar la pista de patinaje instalada por el Gobierno de CdMx en la Glorieta del Metro Insurgente­s, que se convierta en una experienci­a desagradab­le y humillante gracias a la falta de previsión de las autoridade­s y de capacitaci­ón del personal a cargo. Fue lo que este columnista y su pareja vivieron el 7 de diciembre: se exige a los usuarios dejar bolsas y paquetes para acceder a la pista, pero no se proporcion­a servicio de guardarrop­a ni se garantiza la seguridad de las posesiones personales. Bastó expresar inconformi­dad ante la medida, antes de acatarla, para ser hostilizad­os por el personal con cualquier pretexto (usar bufanda, querer tomar una foto, incluso sujetarse del barandal por un momento). El resultado fue que la única pareja del mismo sexo terminó siendo expulsada del local. Además, nadie del personal del Injuve que atiende accedió a identifica­rse; solo un coordinado­r parece haber dicho que su nombre era José Luis Armendáriz. Una verdadera lástima.

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