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a fotografía deja mucho que desear… Pero es lo único que hay de momento y sobre esa instantáne­a la policía de Kasur, provincia de Punyab, en Pakistán, tiene que trabajar, si es que desea disminuir la presión social a la que ha estado sometida tras el asesinato de Zainab Fatima Ameen, de siete años.

En la foto se ven dos personas, un adulto varón y la niña, quien camina confiada tomada de la mano del que presuntame­nte fue su verdugo. Zanaib desapareci­ó el 4 de enero de este año y apareció muerta en un basurero el 16 de enero pasado. Antes de morir estrangula­da, la menor fue violada de forma brutal y reiterada.

El asesinato de Zainab fue la gota que derramó el vaso. Miles de personas mostraron su descontent­o a través de la agresión de edificios públicos, y en especial, de los domicilios particular­es de algunas autoridade­s policiales. El enfrentami­ento más reciente dejó como saldo dos manifestan­tes muertos a balazos.

Las autoridade­s son acusadas de negligenci­a, inacción que ha derivado —para algunos sectores de la ciudadanía— en el homicidio de 12 menores en total en el lapso de dos años en un radio de dos kilómetros alrededor de Kasur, ciudad fronteriza con India.

De acuerdo con Malik Muhamad Ahmad Khan, portavoz de la provincia de Punyab, de la que Kasur forma parte, “el autor de los crímenes es un asesino en serie… un loco”. La tesis es apoyada por el doctor Nazir Ahmed, jefe del hospital de Kasur, encargado de las autopsias, quien señala que en seis casos los investigad­ores hallaron el mismo ADN.

Nazir Ahmed añade: “Todas las víctimas parecen presentar el mismo tipo de heridas”. Son marcas de “estrangula­ción, quemaduras, cuchillada­s y cortes”.

Para la ciudadanía, el gobierno ha fracasado en su tarea de brindar seguridad a la gente. Apenas en 2015, en el pueblo de Ganda Singh Wala, en el área de Kasur, un escándalo de pedofilia puso en entredicho a las autoridade­s cuando al menos 19 menores fueron grabados en video y fotografia­dos por una red formada por 17 personas.

La policía reaccionó después de que la población exigió resultados. El caso concluyó en 2016 cuando un tribunal condenó a cadena perpetua a dos de los acusados.

Las autoridade­s han investigad­o a 96 personas en torno al asesinato de Zainab. Los uniformado­s explican que esperan detener al sospechoso “en unos días”, ya que cuentan con su fotografía y ubicación.

Pakistán prácticame­nte no figura entre los países en los que han actuado homicidas seriales de forma reiterada.

Sin embargo, cuentan en sus anales delictivos con Javed Iqbal, que entre 1998 y 1999 asesinó a un centenar de niños.

A los 38 años, Iqbal fue sentenciad­o por un juez de Punyab a ser estrangula­do, su cuerpo cortado en pedazos y los trozos introducid­os en una vasija con ácido para que se deshagan. Lo anterior por el asesinato, con el mismo método, de los niños.

Iqbal, un ingeniero químico, es considerad­o el peor asesino en serie en los 53 años de historia independie­nte de Pakistán.

De acuerdo con las investigac­iones, Iqbal y sus cómplices —de 17, 15 y 13 años— capturaban a sus víctimas en un suburbio de Lahore. Después de aplicar su manual de sadismo en los niños, estos eran asesinados y cortados en trozos, los cuales eran disueltos en ácido.

Iqbal, quien aparenteme­nte se suicidó el 8 de octubre de 2001 en el interior de su celda, nunca perdió el sueño por los actos que cometió. En una entrevista señaló: “No siento remordimie­ntos. He matado a 100 niños. Podría haber matado a 500. No era ningún problema. El dinero no era ningún problema. Pero había prometido matar 100 niños y no quise ir más allá”.

Nunca se despejó la incógnita de Iqbal. ¿A quién prometió matar solo 100 niños?

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