Milenio Monterrey

Un ojo de la cara

- LUIS PETERSEN FARAH luis.petersen@milenio.com

Lo único que realmente vale un ojo de la cara es un ojo de la cara. Vuelvo a esta página después de unas vacaciones forzosas, de esas que no dan la oportunida­d de avisar. Debo una explicació­n.

Resulta que se desprendió la retina de mi ojo izquierdo. Un telón creciente fue bajando como al final de una función. Fui con el doctor y prácticame­nte ya no me dejó salir. Soy un absoluto ignorante de los ojos (y de sus alrededore­s, incluyendo el cuello y los talones) así que me dejé llevar al quirófano. Funcionó: salí bien, con la retina en su sitio, pegada con láser y silicona. Y con una orden: ver para abajo todo el día y de noche dormir con la cara hacia el colchón.

Cumplí al pie de la letra. No sé si alguien pensó que meditaba o rezaba. Debí hacerlo, pero me ganó la obsesión de mi vista y me dediqué a escudriñar la vida en el suelo.

Curioso intento, pues con el ojo derecho solo hallé crudo realismo. Pero con el izquierdo, cerrado con parches, ¡también veía! Aparecían en el piso figuras geométrica­s perfectas, pequeñitas y bien delimitada­s, cuadrados, triángulos y espirales de colores chillantes, como siempre me imaginé los átomos de Demócrito. A falta de visión, el cerebro se servía a sí mismo la mesa: ese tapete geométrico no parecía ir de la realidad al cerebro sino de regreso, como el agua de una tubería cuando se apaga la bomba.

Días después llegaron otras figuras de ese país de las maravillas que, supongo, todos llevamos dentro y que nada tiene que ver con la anestesia local aplicada para la operación, que ya para entonces había perdido todo efecto.

La hinchazón fue desapareci­endo junto con los coloridos visitantes de mi realidad a ras de suelo. Mi ojo izquierdo tiene su campo de visión completo, sin la amenaza del telón y sin mi ansiedad de no ver más, aunque todavía me presenta un cuadro impresioni­sta. El doctor Tamayo está satisfecho con su trabajo y el de su equipo. Dice que mejoraré y que debo ser paciente.

Y bueno, si desaparecí sin explicació­n, ya regresé con una. Hasta mañana.

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