Relatan la historia de una madre soltera delincuente
La escritora y editora planea acudir a un reclusorio femenil para indagar los motivos que las presas tuvieron para romper la ley
“Señalo las existencias solitarias y con unas necesidades que pasan desapercibidas”, dice
Ser madre y padre a la vez puede llevar a la cárcel por desesperación. En efecto, si alguien ve que sus hijos tienen hambre y, por lo tanto, requiere dinero con urgencia, por ganarlo fácilmente se puede jugar el todo por el todo y perder lo único de valor que tiene: justamente sus vástagos. Así es la vida de la protagonista de la novela Benita
Salvador (Noctis Ediciones, 2018), de Sonia Silva-Rosas (Ciudad de México, 1971).
En entrevista con MILENIO, la escritora cuenta que su novela “nació porque la sociedad y la situación en la que existimos los mexicanos se están descomponiendo. Somos personas que sobrevivimos, pero hay otras que no lo logran; por ejemplo, la mayoría de las mujeres que son papá y mamá sufren falta de apoyo familiar y económico”.
Justamente Sonia juega ambos roles familiares y explica que en 2010 el padre de sus hijos estuvo a punto de asesinarla por la situación en que vivían. Añade: “A raíz de eso decidí hablar de la sociedad, cómo va aumentado el nivel de presión por la economía y la violencia que sufren las mujeres en su hogar por parte de su pareja”.
Como mujer, Sonia se identifica con Benita, ya que “yo sufrí como ella: también tengo hijos, pero yo nunca he decidido delinquir para mantenerlos. Yo siempre he dicho que no hay que exponerse a algo de lo que en algún momento de tu vida te arrepentirás”, aclaró. En el caso del personaje de Benita
Salvador, por la angustia de tener a uno de sus hijos enfermo, entre carencias económicas y bloqueos mentales decide participar en la delincuencia organizada, para la que realizará diversas tareas que le remunerarán muy bien. Con esto podrá llevar el pan a la mesa de su casa; pero nunca se imagina que también perderá su libertad.
Sobre las figuras que acompañan a Benita en la historia, Silva-Rosas comenta que “son personas decadentes que han sufrido el maltrato de la sociedad, de las autoridades y hasta de sus mismos padres. “Trato de exorcizar los demonios que tengo dentro, pero también señalo las existencias solitarias y con necesidades que pasan desapercibidas en las calles. Son vidas que mucha gente no acepta solo por saber que no encajan en la sociedad”, comenta la también editora.
Para la escritora hay diversas mujeres con distintos ejes en la trama, como Lorena, una de las integrantes de la banda de secuestradores; Jimena, quien trabaja en un circo, y Ana Belén, una mujer viuda y asesina que es madre dentro de un reclusorio.
La autora pide que mujeres que han sufrido violencia y carencias no caigan: “Pidan ayuda, acérquense, no están solas. A la gente que las conozca, ayúdenlas porque ellas se sienten desamparadas”.
Silva-Rosas tiene como proyecto visitar el reclusorio femenil de Santa Martha: “Quiero conocer qué más hay detrás de esas mujeres, ayudarlas y platicarles un poco quién es Benita. Sé que varias de ellas delinquieron por necesidad; no es justificación, pero quiero imaginar que fueron capaces de hacerlo por amor a sus hijos”, finalizó.