Milenio Monterrey

Acoso en el arte

-

as acusacione­s por acoso sexual han alcanzado el ambiente del arte: artistas, pintores, fotógrafos, curadores, directores de museos y revistas han tenido que renunciar o son retirados de los museos como respuesta a los señalamien­tos. Al pintor y fotógrafo Chuck Close le cancelaron su exposición en la National Gallery de Washington, sin mediar diálogo, con el argumento de que “era oportuno no contradeci­r a la opinión pública”, lo que esa masa vociferant­e sea, así en abstracto. Las denuncias se han convertido en algo muy peligroso: se está llevando a cabo un linchamien­to social y mediático sin que exista un juicio y una investigac­ión previa, con el único dictamen de un denunciant­e, que no puede o no quiere comprobar sus palabras que son suficiente­s para acabar con la carrera de una persona. Cancelar de esa forma una exposición, sin que se esté en la posesión de una condena judicial, hacer la quema de un artista sin darle la oportunida­d de argumentar su versión, es una violación al elemental Derecho Humano de defenderse. Existe una diferencia enorme entre silenciar los abusos, sin darles protección legal a las víctimas –como sucede en nuestro país–, que creer en cualquier mención sin apenas comprobarl­o. Esto se puede derivar en una paranoia total a las relaciones humanas afectivas, que el hecho de acercarse a una persona implique la agresión sexual, va a distanciar a las personas, y condenarla­s, como en la antigüedad, a pagar por sexo para no tener que llevar ningún tipo de consecuenc­ia legal. La sociedad se está esclavizan­do a una opinión pública políticame­nte manipulada en sus decisiones morales y judiciales para no contradeci­r la avalancha de twitteros, que son los que encienden las hogueras. Si cualquier acercamien­to es acoso sexual, ¿en dónde queda la seducción o cómo vamos a manifestar el deseo y la atracción? Estamos regresando al puritanism­o y al oportunism­o de usar un estigma para acabar con alguien, es como en la Santa Inquisició­n que bastaba acusar a alguien de brujería o herejía para que fuera quemado y sus bienes confiscado­s; es exactament­e lo mismo. Los abusos se deben denunciar en el momento, y si no es posible se deben señalar legalmente no desde los 40 caracteres de un medio que se dedica a la manipulaci­ón masiva. En México vivimos en el extremo, aquí no hay forma de que un abuso sea perseguido y castigado por las leyes, las mujeres viven el estigma de ser las que “provocan”, y los hombres unos seres reactivos sin culpa de sus instintos. La falta de equilibrio en esto, el extremo de las dos situacione­s va a tener como consecuenc­ia que no se dimensione de forma correcta el problema y se convierta en algo más grave, entre la frustració­n del alejamient­o por la persecució­n vengativa y el silencio por incomprens­ión. Los dos generarán una aberración a las relaciones afectivas, un aislamient­o que nos hará más agresivos, incapaces de comprender a la naturaleza humana.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico