Milenio Monterrey

Está bien, revaluemos “Despacito”

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e lo primero que me quejé al principio de este año es que la fiesta que sonaba a todo volumen en mi edificio decidió que no podían pasar ni ocho minutos de un año nuevo sin que se escuchara la canción.

Literalmen­te era imposible correr de “Despacito”, porque por más que saliera con mis audífonos a todo volumen en la calle, era imposible no toparme con algún puesto o tienda que no la estuviera tocando a todo volumen. Se filtraba por mi ventana al despertar en la mañana. Se escuchaba en los autos que pasaban al lado.

El colmo fue en noviembre cuando fui hasta Israel a una celebració­n y la fiesta prendió con todo cuando comenzó una especie de remix entre hebreo y español de semejante rola. Adultos y pequeños bailaban al ritmo y yo solo atiné en poner cara de circunstan­cia y preguntarl­e a los que no hablan nada de nuestro idioma si sabían qué decía la letra.

“Pues a mí me parece bastante poético”, me dijo mi tío, quien no solo no compartía mis prejuicios sino que encontró hasta un tono de lo nostálgico por lo latino viviendo del otro lado del mundo. Fui con el dj y exigí que pusiera otra cosa. Elvis comenzó a sonar y me sentí como la anciana que jodió la fiesta.

Hoy me entero que este dueto de Luis Fonsi y Daddy Yankee rompe un nuevo récord digital en YouTube. Más de cinco mil mi- llones de personas han visto el video original (no el que contiene a Justin Bieber) y el número sigue creciendo.

Claro, el que por muchos años tuvo el récord anterior era ese otro “gusano de oído” (término para las canciones que no te puedes sacar de la cabeza por más que lo desees) de “Gangnam Style” de Psy, video que sin duda los vecinos coreanos de norte seguro usaban para interrogar y torturar a los enemigos del régimen. Pero bueno, si lo analizamos un poquito es una gran evolución para la humanidad pasar de Psy a Fonsi ¿no creen?

Lo que me hizo al fin bajar la guardia fue la confesión de un gran melómano que tengo en mi vida que me dijo entre risas e irritación por mis constantes quejas: “Sí, “Despacito” usa todos los trucos que existen para que funcione como éxito. Sí hay cosas infinitame­nte mejores. ¿Pero no era hace apenas unos tres años cuando tú bailabas felizmente “Blurred Lines” de Robin Thicke? ¿Un robo en despoblado a Marvin Gaye y sin duda, completame­nte inaceptabl­e en los tiempos de #MeToo?”. ¡Tómala! Es verdad. Al menos en “Despacito”, el perreo y la sabroseada viene de ambos lados. “Despacito”, a diferencia de casi todo en su género, es una seducción, no un “yo tomo lo que se me da la gana”. Está bien. Felicidade­s “Despacito”, por tu record y permanenci­a. Esto no es un “Aserejé” cualquiera.

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