Nuevo León, la Troya de los narcos
El problema más grave de Nuevo León se relaciona con la lección que los delincuentes aprendieron hace una década, y por eso durante los últimos tres años desarrollaron una guerra de baja intensidad sin que la mayoría de la ciudadanía la percibiera como tal.
Pero ahora, ya con el final de la recta electoral por delante y con demasiados cabos sueltos, todavía en las negociaciones entre cárteles y partidos políticos, el cambio de estrategia deja observar sobre la superficie el desmadre que cada municipio carga.
Ya es tarde para que actúe la Federación a través del Ejército o la Marina, porque los plazos son demasiado cortos hasta julio. Y como la clave en estas situaciones se llama percepción, por eso hoy (yo) identifico como inalcanzable para las autoridades de Nuevo León la posibilidad de cambiar una guerra que lleva casi tres años de progresión violenta. Pero repito, los tiroteos, secuestros,
levantones y asesinatos selectivos (antes del 2018) fueron manejados con mucha inteligencia por los delincuentes, porque la crisis solo era percibida por mandos policiales que preferían hacerse los tontos, aprovechando que la gente se sentía tranquila. Error de apreciación, porque los cárteles utilizaron ese exceso de confianza gubernamental como caballo para meterse en una Troya (Nuevo León) que ha comenzado a arder y no habrá una solución mágica.
Ya sin caretas ni falsas apariencias, los delincuentes han vuelto a matar y secuestrar en plena luz del día. Por eso San Pedro sangra y los lugares públicos son motivo de videos virales. Lo mismo que los audios en WhatsApp de presuntos líderes criminales advirtiendo a la comunidad y otros métodos que exponen que los malvivientes se sienten intocables y victoriosos en esta cuenta regresiva, donde las autoridades han quedado maniatadas. ¿Baja intensidad? Ya finalizó. Nuevo León está en guerra y deberemos cuidarnos.