Sueñoenotroidioma: la inclusión como arte, no agenda
n esta época difícil en la que nadie en México parece hablar el mismo idioma, el director Ernesto Contreras estrena Sueño en otro idioma; una película sobre el valor de la comunicación en la que, se lo haya propuesto o no, refleja algo de nuestra conversación como país. Antes de ponerme a encontrar metáforas, hablemos de la película.
Martín (Fernando Álvarez Rebeil) es un joven lingüista interesado en documentar la lengua zikril, que está en peligro de extinción. Esto lo lleva a visitar la aldea donde viven los últimos dos hablantes de dicha lengua: Evaristo (Eligio Meléndez) e Isauro (José Manuel Poncelis). El colmo de esta amenaza lingüística es que los dos hombres están enemistados y no se hablan desde hace décadas. Ayudado por los seres queridos de cada rival, Martín indagará los sucesos que hicieron distanciarse a quienes antes fueron mejores amigos. La intención de reconciliarlos es, al menos, obtener un registro grabado del zikril para su análisis e investigación.
Si en sus primeras dos películas – Párpados azules y Las oscuras primaveras– capturó la dimensión psicoespiritual de la urbe, en Sueño en otro idioma, Ernesto Contreras filma el México rural con resultados igual de interesantes.
Su acercamiento a la cultura indígena ocurre sin proyecciones de clase o ideología, dándole a sus personajes algo que intentaré llamar integridad narrativa. Quiero decir que es muy loable de parte de Contreras representar a personajes indígenas en la ficción sin mostrarlos, por default, socialmente vulnerables. El hecho de que sean aspectos personales de Evaristo e Isauro los que sellen su destino, y no las desventajas e injusticias que padece la comunidad indígena en la realidad, es un avance en materia narrativa que hay que multiplicar en el cine nacional. Hacer el esfuerzo de inventar una lengua (el zikril no existe; el director declaró que lo inventaron como forma de respeto a las lenguas en vías de desaparecer), no subtitular sus diálogos, permitirles vivir un romance en sus propios términos sin cumplir expectativas, celebrar su misticismo sin afán exótico. Todas estas consideraciones son ejemplos de un privilegio que en la ficción no suele otorgarse a las minorías étnicas. Aun cuando Martín, el hombre venido de la ciudad, es quien genera el conflicto central, no es su punto de vista el que engloba la historia. Suena a que aplaudo la corrección política en el cine; en realidad aplaudo la sensibilidad.
Temática y visualmente cautivador gracias al trabajo de Carlos y Ernesto Contreras en el guión, y a Tonatiuh Martínez en la fotografía, este drama pasional con guiños sobrenaturales y contado en flashbacks demuestra que poesía y realidad pueden coexistir en el cine mexicano. Quizá el esfuerzo de sus creadores por no representar inapropiadamente los tópicos delicados que combina (cultura indígena, identidad sexual, preservación lingüística) la frena dramáticamente, dejándonos con ganas de momentos más culminantes. Dentro de lo contenida que puede llegar a ser como relato de amor y amistad, Sueño en otro idioma debe su emotividad a Eligio Meléndez y José Manuel Poncelis, quienes interpretan a Isauro y Evaristo en su vejez.
No hará falta aprender zikril, su mensaje es universal.