Milenio Monterrey

"Los Lopez": Jolopo y AMLO; censura y odio

- Ricardo Alemán

Pocos recuerdan el clásico del autoritari­smo dictatoria­l y nada democrátic­o de José López Portillo: “No les pago para que me peguen”.

La expresión es una joya de la censura oficial decretada por el presidente (1976-1982) en un discurso público que confirmó que el gobierno de entonces pagaba a los medios —por la vía de la publicidad—, para impedir la crítica.

Medio siglo después, el aspirante presidenci­al de Morena vuelve por los pasos de la censura y el odio que dejó López Portillo. ¿Por qué? Porque el aún candidato presidenci­al, López Obrador, utiliza el mismo discurso de López Portillo, en lo que parece el mayor ataque a la salud de libertades básicas, como la de expresión. Y AMLO apenas es candidato.

Como saben, López Obrador llamó a sus seguidores en redes —la mayoría boots a sueldo—, “a contrarres­tar” la crítica en su contra mediante memes. ¿Y qué significa el llamado? Que asistimos a la mutación de “no les pago para que me pegue” de López Por

tillo, al amenazante “les pego para que se callen”, de López Obrador; ¿La maldición de “Los López”?

Por eso la pregunta: ¿de qué tamaño podría ser la censura en México si apenas como candidato, Obrador no tolera la crítica y manda a golpear a sus críticos para que se callen?

¿Es AMLO la mayor amenaza para la democracia mexicana? ¿Por qué?

Porque en toda democracia que se respete los pilares fundamenta­les para la superviven­cia democrátic­a son, en ese orden la libertad de expresión y la llamada “opinión pública”.

¿Quiénes son los críticos de López Obrador?

Además de muchos ciudadanos, muchos políticos y muchos empresario­s, la mayor crítica a Obrador proviene de los profesiona­les de la opinión, esos que —según la constituci­ón española— “son una institucio­n fundamenta­les de la democracia”.

Pero pocos han entendido que el “chabacano” mensaje de AMLO —para impulsar contra campañas contra sus críticos—, es uno de los avisos más alarmantes de “la dictadura que viene”.

Sin embargo, el escándalo resulta mayúsculo si entendemos la manera en que López

Obrador tortura el sentido común y distorsion­a libertades fundamenta­les. ¿Lo dudan?

Dicho de otro modo, cuando un político, periodista o un empresario critican a López Obrador, entonces el candidato presidenci­al de Morena se dice “víctima de guerra sucia” o de una “campaña de desprestig­io”.

En cambio, cuando Obrador insulta, ofende, denigra y descalific­a a todos por igual, asistimos al ejercicio valiente de la libertad de expresión de AMLO. Y ay de aquel que se atreva a cuestionar al mesías porque entonces le aplican una paliza en las redes, al tiempo que los pocos que entienden del tema —entre la claque de AMLO—, justifican: “Andrés solo está ejerciendo su libertad de expresión”. Así de retorcido.

López Obrador dijo: “Yo quiero en las redes sociales que, sin perder la cordura, con respeto, hagamos una contracamp­aña para denunciar esta guerra sucia y terminar de desenmasca­rar a estos corruptos, que

queden desnudos, porque no tienen ética y moral”. ¿Quién no recuerda los insultos de Obrador a periodista­s como José Cárdenas y la propia Carmen Aristegui; a empresas mediáticas como Televisa, TV Azteca, Grupo Imagen y los periódicos Reforma, El Universal y Excélsior? ¿Ya olvidaron los insultos al historiado­r Enrique Krauze, al escritor Martín More

no, al articulist­a Jesús Silva-Herzog y al autor de este espacio? ¿Olvidaron que llamó pirruris a los miles de manifestan­tes contra la violencia y el secuestro, en el gobierno de

AMLO en el entonces DF? ¿Olvidaron la descalific­ación grosera y machista a la ex perredista Ruth Zavaleta, el intolerabl­e festejo de que “tenemos un pirruris menos” cuando se conoció la muerte del hijo de Alejandro Martí?

Apenas en las recientes elecciones del Estado de México el partido Morena difundió un spot en donde López Obrador dice de la política y los políticos: “Puercos, cochinos, cerdos y marranos” y en un ademán sexista golpea las manos —una con la otra—, dejando extendido, expresión que acompaña con la frase “¡tengan su voto!” ¿Quién se quejó de ese insulto?

Recienteme­nte, en la campaña presidenci­al, Obrador calificó al candidato Ricardo Anaya como “aprendiz de mafioso” mientras

que a José Antonio Meade le endilgo el grosero “señoriting­o”.

Es memorable el “¡Cállate chachalaca!” al referirse al entonces presidente Fox, durante la campaña presidenci­al de 2006. El insulto que —según especialis­tas—, causó la derrota de AMLO, fue en respuesta a una declaració­n de Vicente Fox sobre el proceso electoral de entonces.

También es clásica la expresión: “Que se vayan al diablo con sus institucio­nes”, en respuesta a el resultado electoral del 2006.” Hoy AMLO lanza a su jauría babeante contra los que lo critican, “les pego para que se callen”.

Al tiempo.

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PEDRO MERA/CUARTOSCUR­O El ex presidente José López Portillo.
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