La elección de Monterrey y las posadas
El 16 de diciembre inician oficialmente las posadas, aunque muchos las comienzan con el mes. Para el día 23, un día antes de la Noche Buena, los regiomontanos llevan una semana enfiestados y algunos todavía con la resaca encima.
Muchos llegan a la Navidad sin ganas de levantarse por las constantes desveladas, así que una fecha u otra da lo mismo porque la votación será escasa, pues los comicios intermedios siempre registran menor afluencia a las urnas.
Una elección extraordinaria como la de Monterrey representa, además de un gasto no presupuestado, el riesgo de que despierte poco interés en los votantes cualquier mes del año, ya no digamos con las fiestas decembrinas encima.
Históricamente, los comicios intermedios registran un porcentaje mucho menor de sufragios, y por ello en todas las entidades se busca empatar en uno solo, también por economía.
Esa es una de las principales consecuencias de judicializar las elecciones, de no respetar la voluntad ciudadana sea cual sea ésta, y de litigar en los tribunales lo que debió resolverse el día 1 de julio.
El PAN está impugnando la fecha, que a todas luces conviene al PRI, un partido con estructura y un voto duro que en circunstancias como las que se avecinan le favorecen para llevarse el triunfo.
Sin embargo, el panista Felipe de Jesús Cantú y los aspirantes de los diferentes partidos tendrán la garantía de piso parejo por parte de la autoridad electoral, y por supuesto del municipio de Monterrey y del presidente del Concejo, Bernardo González Garza.
En el poco tiempo que ha estado en el cargo, el ex secretario de Seguridad estatal ha demostrado que tiene la intención de hacer bien su trabajo, generando confianza en los regiomontanos de que el mantenimiento de la ciudad seguirá sin contratiempos.
Solo hay un factor por considerar en este proceso y se llama Jaime Rodríguez Calderón. El gobernador tiene la oportunidad para demostrar si su vocación democrática es de verdad o solo jarabe de pico.