¿Usted hace caso a los influencers?
Esta pregunta va dirigida a todos, no solo a los más jóvenes, quienes muchos, erróneamente, consideran el público inocente y vulnerable a ser inconscientemente convencidos de consumir algo porque su héroe de internet les dice que lo hagan, o al menos muestra lo feliz que es utilizando algún producto o yendo a algún lugar en particular. Lo pregunto ahora porque no hay día que no escuche a alguien decir “No te preocupes, fue una moda, pero ya va a pasar”, pero cada vez debe quedarnos más claro que como todo lo que es información, contenidos y mercadotecnia, esto solo es algo que se va a ir transformando con los tiempos y la tecnología. Y sí, los que entiendan los nuevos formatos, los primeros, serán los grandes beneficiados. Pero vendrán muchos más y mucho más rápido.
¿Por qué hacer este planteamiento ahora? Por cuatro motivos que causalmente se me han cruzado por la vida o la pantalla (que estos días a veces parece ser lo mismo). Una niña, un estudiante de comunicación, un artículo en una revista de tecnología y Verónica Castro. Ahí les va: el otro día le pregunte a la hija de una amiga que “si ya sabía qué quería ser de grande” y sin titubear me contestó, “quiero ser influencer”, lo cual me causó una mezcla de terror y risa. Más cuando su mamá enseguida me respondió, “quiere estudiar mercadotecnia, “¿verdad, hija?”, a lo cual la niña de unos 11 años solo puso cara de enojada. Yo también lo estaría, pensé, si el mensaje es “tómate una foto con el producto, artista o lugar y gana millones”, ¿estudiar cuatro años para eso?, pero evidentemente es mucho más complejo que eso.
Al estudiante de comunicación le pregunté, por motivos casuales, si seguían todavía repasando las teorías de la materia que marca- ban los modelos de cómo interactuamos y nos entendemos, pero actualizadas para la naturaleza de los medios actuales. Y también si tenían esa horrible clase de estadística diseñada para hacernos entender los ratings. La segunda parte ya era casi broma, pero a la primera se me quedó viendo muy raro y me dijo que jamás había oído sobre los modelos de comunicación. Es cierto, son más setenteros que los Bee Gees, pero “emisor-ruido-receptor” sigue aplicando. Pues no. Ahora aprenden, y me parece perfecto, algoritmos de red, como hacer más efectivas las búsquedas virtuales y sí, estudian (al menos en este caso) las historias de éxito de los influencers, para poder ser replicadas. Me da un poco de risa porque es como en mis tiempos, todas querían ser locutoras como Charo Fernández. Pero cuando les preguntabas “¿qué querían decir si les abrían el micrófono?” se te quedaban viendo raro. No sabían que detrás de su icónica voz, Charo había roto todo tipo de barreras en un imposible esquema machista y siempre había tenido muy claro lo que quería comunicar. Si ella fue la influencer más relevante de la radio de esos, nuestros tiempos, no fue un simple accidente por su bonita voz. El artículo que leí fue de la revista Wired y escribe como las autoridades correspondientes (The Federal Trade Comission) quieren aplicar la ley que alguna vez logró con los medios impresos, al menos en su país. Obligar a los artículos e información pagada a llevar una leyenda que diga que eso es lo que la gente está leyendo. Claro, eso es en el caso del periodismo, y las reglas no son las mismas (aunque ya hay mucha triste competencia entre los rubros). Bueno, hasta en el famoso product placement se ha intentado regular, tanto en la televisión, cine o web. ¿pero cómo demuestras que el refresco que está tomando tu protagonista o el candidato que esta interactuando con ella te dio una lana? Lo sabemos, ¿pero demostrarlo?
Y bueno, nos enteramos ayer de que Verónica Castro encabezará las mañanitas a la Virgen de Guadalupe por Tv Azteca y señores, si eso no es haber captado al pez grande de las influencers de antaño, yo no sé que sea. Ese público del que ya hablamos poco está latente, sigue consumiendo tv abierta y no quiere cambiar tanto sus hábitos. Creo que nadie está exento de esas influencias, por más que cambien los medios. Es simple naturaleza humana. ¿Usted cómo lo ve?