Toma tiempo recuperar confianza
Desafortunadamente, la magnífica acogida que le dieron los mercados al triunfo de Andrés Manuel López Obrador cuando ganó las elecciones el 1 de julio, duró muy poco; la decisión —que nadie entiende plenamente, porque no ha sido explicada a fondo— de cancelar la obra de infraestructura aeroportuaria más importante de la actual administración, que es el NAIM, junto con algunos mensajes no muy claros sobre el futuro de nuestra industria energética y una iniciativa desafortunada por parte de los senadores para eliminar las comisiones bancarias, trajeron nubarrones en el ambiente.
Lo anterior generó desconfianza e incertidumbre en los inversionistas nacionales y extranjeros, lo que trajo como consecuencia alzas en las tasas de interés (sobre todo de largo plazo), deterioro de nuestra moneda respecto al dólar y que algunos inversionistas extranjeros —pocos, afortunadamente— retiraran sus inversiones en títulos del gobierno denominados en pesos y vendieran algunas inversiones accionarias, provocando fuerte caída en la Bolsa Mexicana de Valores.
La reflexión que quiero hacer es que lo que pasó ya nos lastimó, así que lo importante ahora es recobrar la confianza y dar certidumbre de que hacia adelante se cuidarán las variables económicas para poder crecer en forma ordenada y sostenible con el fin de ofrecerle a todos los mexicanos la posibilidad de vivir mejor; por supuesto, haciendo énfasis en apoyar, en forma inteligente, a aquellos que más lo necesitan.
La receta para lograr mayor bienestar, si bien no es complicada, sí requiere de una voluntad férrea y disciplinada para tener finanzas públicas sanas; este argumento que muchos repiten pero pocos entienden cabalmente, consiste en generar ingresos para el gobierno a través de los impuestos que deben de pagar todos (personas y empresas) en forma justa y progresiva, de tal forma que quien más gane más pague, pero hasta un límite que no inhiba la actividad productiva, llámense ingresos por productos del trabajo o utilidades de las empresas.
La función tributaria tiene que ser equilibrada, es mucho mejor que los ingresos del gobierno se recarguen más en el consumo y no en impuestos a la producción y al trabajo, es importante alentar tanto las actividades productivas como la creación de empleos y que el que más gaste, que pague más. La solución que tontamente se ha satanizado es un IVA generalizado que incluya alimentos y medicinas; por supuesto que en México sería necesario regresar a los empleados con ingresos más bajos, una parte importante del IVA, ya que esto representaría un gran incentivo para que quienes viven en la informalidad se regularicen, y de esta manera se les podría otorgar el subsidio planteado. Esto es posible, ya que la mayor parte de los empleados en la economía formal, están o pueden ser bancarizad os.
Si tenemos constancia en imponer disciplina fiscal, se recobrará la confianza y se creará un círculo virtuoso en beneficio de todos.