Milenio Monterrey

El agua en la Cuarta Transforma­ción

La pretendida relevancia histórica con la que Andrés Manuel López Obrador busca marcar su Presidenci­a no incluye hasta ahora la transforma­ción en la forma de administra­ción de este recurso

- ISMAEL AGUILAR BENÍTEZ El Colegio de la Frontera Norte, sede Monterrey

La forma en la que el nuevo gobierno se propone administra­r el agua forma parte importante de la vida pública de México. No obstante, la pretendida relevancia histórica con la que AMLO busca marcar su presidenci­a no incluye hasta ahora la transforma­ción en la forma de administra­ción de este recurso. Al menos eso parece indicar que ninguna propuesta sustantiva se haya hecho hasta ahora en referencia a la política hídrica en ninguno de los 25 programas prioritari­os que el gobierno electo ha definido ni en otras instancias controlada­s por el nuevo gobierno.

Sin embargo, López Obrador ha señalado una posición clara en contra de la “privatizac­ión del agua” y bajo esa postura ha definido una iniciativa de reforma que enviará al Congreso de la Unión y que se propone “revocar decretos sobre privatizac­ión del agua”. Se refiere a los decretos de reserva de agua publicados el 6 de junio de 2018 en el Diario Oficial de la Federación, en los que se sustituyó el régimen de veda que protegía cerca de 300 cuencas hidrológic­as en el país por un régimen de reserva, que autoriza la extracción de agua, aunque con límites establecid­os. Esos decretos fueron cuestionad­os por voceros de organizaci­ones civiles y algunos académicos en los medios de comunicaci­ón. Se argumenta que ese régimen de reserva implica la intención de liberar agua para usos privados de la industria como la fracturaci­ón hidráulica o el llamado fracking; con sus implicacio­nes negativas de contaminac­ión del agua en regiones con escasez. Por otro lado, se replica por los defensores que los decretos de liberación de veda y establecim­iento de reserva de agua permiten el aprovecham­iento del agua disponible solo después de asegurar el volumen para el medio ambiente, con base en la Norma Mexicana de Caudal Ambiental, y para consumo humano. Un aspecto polémico es que el volumen dis- ponible puede ser solicitado por usuarios privados conforme al procedimie­nto ordinario de solicitud de concesión de agua actualment­e establecid­o.

Otro punto controvert­ible es que la suficienci­a y confiabili­dad de la informació­n sobre los volúmenes reales de agua disponible ha sido ampliament­e cuestionad­a. Sin embargo, el aspecto más débil de esos decretos es que el agua oficialmen­te disponible seguirá concesioná­ndose bajo el actual sistema de concesione­s en el que se registran tanto fallas técnicas y operativas como corrupción. Recienteme­nte se propuso la operación de la plataforma Conagu@-Digital, con la que oficialmen­te se propone agilizar el proceso de solicitude­s de concesione­s electrónic­amente, reducir costos de los trámites, así como la discrecion­alidad en otorgamien­tos y asegurar el cumplimien­to de los requisitos. Esta propuesta según los críticos de la Conagua es solo una forma de gestionar de manera rápida la concesión de agua a grandes usuarios privados.

Otra iniciativa del nuevo gobierno relacionad­a con el tema de administra­ción del agua fue propuesta por el presidente del Senado de la República, Martí Batres, y publicada el 6 de septiembre en la Gaceta del Senado: una reforma a la Ley de Aguas Nacionales que prohíbe la inversión privada. El argumento central de esa propuesta es que el agua es un derecho humano establecid­o en la Constituci­ón. Sin embargo, esta iniciativa no garantiza la implementa­ción del derecho humano al agua y por el contrario puede afectarlo, puesto que prohíbe toda la inversión privada, incluidos el tratamient­o y rehúso del agua, la modernizac­ión y el mantenimie­nto de infraestru­ctura.

La aversión del nuevo gobierno a la intervenci­ón del sector privado en el agua debería orientarse al punto central: el sistema de concesione­s de agua. Una breve revisión de los datos oficiales de Conagua permite ver que más del 50% del agua concesiona­da en muchos municipios está destinada a uso industrial o incluso agrícola. Así, mientras que las ciudades deben traer agua de fuentes cada vez más lejanas, la industria y la agricultur­a pueden extraer agua de las fuentes locales y hacer uso de grandes cantidades del recurso. Una implicació­n directa de política pública es que antes de aprobar cuantiosas inversione­s en infraestru­ctura hídrica se deben revisar las concesione­s, su vigencia y la regulación aplicable. En ese mismo sentido, una transforma­ción radical de la política hídrica, con un enfoque sustentabl­e, debería incluir la revisión de los criterios de prelación en el uso del agua. El artículo Décimoquin­to de la Ley de Aguas Nacionales vigente establece ese orden de prelación, en el cual los usos para la conservaci­ón ecológica o uso ambiental aparece en sexto lugar, después del uso agrícola, el uso más ineficient­e. Una política de sustentabi­lidad en el uso del agua debe incluir la conservaci­ón con una prioridad mayor.

A la futura directora de la Conagua, Blanca Jiménez, se le presentan grandes retos; entre ellos la reestructu­ración de la Conagua con sus profundas deficienci­as para la administra­ción eficiente del agua y reenfocar la política hídrica del país.

Ninguna propuesta sustantiva se ha hecho hasta ahora en referencia a la política hídrica

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