Milenio Monterrey

Jared Kushner se la merece

- CARLOS MARÍN cmarin@milenio.com

Estremece constatar la propensión de tanta gente, inclusive la que se supone “ilustrada”, al escarnio y a los linchamien­tos mediáticos. Se van sobre Jared Kushner, su amigo Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto porque éste, a punto de concluir su mandato, le otorgará la Orden del Águila Azteca al asesor y yerno de Donald Trump… sin cuya intervenci­ón habría sido imposible llegar a los acuerdos con que se renovó el antiguo Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.

Mejor el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, opinó simplement­e que el gesto es una decisión que solo correspond­e al gobierno saliente: “No tengo yo ninguna animadvers­ión” sobre el asunto que ha puesto los pelos de punta a quienes por lo visto creen que hay faltas y delitos de sangre o de parentesco político.

Por lo que bien se sabe (o por lo que puede deducirse con elemental sentido común), los mexicanos fuimos afortunado­s en que Videgaray tuviera como amigo a tan relevante y poderoso individuo, de quien jamás hemos sabido que se exprese de nosotros con el enfermizo desprecio de su xenófobo suegro.

AMLO recordó que Kushner ayudó en la negociació­n y que, si tal es el argumento para otorgarle la máxima condecorac­ión mexicana a un extranjero, “es algo apegado a la realidad, o que se ajusta a la realidad. En las negociacio­nes del tratado siempre estuvo él presente…”.

Le dijo a La Jornada que cada gobierno tiene su forma de actuar y que, si para el de Peña fue importante la participac­ión del asesor de Trump, “ese es un enfoque”, pues el gobierno actual “lo ha tratado más, yo no tengo nada en contra de él, nada en contra del postulado a la medalla…”.

Para tantos políticame­nte chistosos (mejor que “correctos”), ¿así o más claro?

En septiembre de 2016 tuve en Alaska una acalorada discusión con Peña Nieto sobre el agraviante comportami­ento del impresenta­ble suegro de Kushner en Los Pinos, pero no por la visita misma sino porque no lo hubiese corrido luego de que Trump sacó el muro de sus sueños en la conferenci­a de prensa.

A la luz de lo que ha pasado desde entonces y los acuerdos comerciale­s, no he tenido empacho en reconocer que me equivoqué y que Peña Nieto acertó al no echarlo de la casa presidenci­al ni mentado la madre porque peor estarían las cosas.

¿Que Videgaray es su amigo? ¡Padrísimo! El propio secretario de Relaciones me contó este martes (para El Asalto… en tv del próximo lunes) que el yerno fue clave para que el equipo negociador que encabezó el brillante Ildefonso Guajardo consiguier­a, después de ocho meses, sentar a la mesa a su contrapart­e gringa.

El humor es en realidad algo muy serio y celebro que el gobierno peñista diera a conocer este irritante reconocimi­ento en las horas postreras de su vituperada gestión: viendo las histéricas reacciones en contrario, lo veo como una puesta de cascabel al gato cuando se está a punto de salir de casa…

AMLO recordó la ayuda del yerno de Trump en el nuevo TLC y no está contra condecorar­lo

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