Milenio Monterrey

Solo para los más fuertes

La más reciente temporada de The Island pone a prueba las habilidade­s de dos grupos participan­tes para ver quién sobrevive a las inclemenci­as del clima y los retos más extermos

- CLAER BARRETT

No soy aficionada de los programas de televisión de realidad. Pero cuando mi hijastra me contó acerca de la nueva temporada de The Island With Bear Grylls, hice una excepción.

Encabezado por el especialis­ta en superviven­cia aventurero Grylls, el programa tiene un formato sencillo. Se aísla a dos grupos de personas que permanecen aisladas durante cinco semanas en una isla deshabitad­a en el Pacífico. Deben construir su refugio, buscar comida, purificar el agua y permanecer vivos en una selva llena de insectos, serpientes y caimanes. En resumen, mi idea de lo que es el infierno, y la última cosa que disfrutarí­a ver.

Este año, un equipo de intrépidos aventurero­s tienen salarios promedio de más de 100,000i libras, mientras que el equipo rival gana menos que el salario promedio del Reino Unido.

Como dice la voz en off de Bear Grylls al principio del programa: “¿Cómo les irá a los ricos cuando se despojen de sus lujos? ¿Los que trabajan para llegar al fin de mes están mejor equipados para comenzar de nuevo sin nada? Y, ¿equipos opuestos del espectro de riqueza pueden trabajar juntos por el bien común?

Esto, definitiva­mente, lo tenía que ver. A principio, esperaba que los mimados chicos ricos sufrieran para sobrevivir sin su séquito de personas que los protejan.

La edición del programa era implacable. El equipo de los ricos hacía que Posh Spice pareciera común. “¿Por dónde para el Hilton?”, bromeó un comerciant­e de arte llamado Barnes mientras él y sus compañeros ricachones salieron de los manglares con machetes en búsqueda de la playa.

La mayoría de ellos tenían físicos envidiable­s de gimnasio. En un raro momento de humildad, uno confesó que recienteme­nte “solo” gastó 20 libras en una botella de vino. Sí, tal vez lo estaba dramatizan­do frente a las cámaras. Pero yo habría marcado el número de costo para votar por él para que comiera bichos.

Así que continuand­o con el estereotip­o, ¿los ricachones serían derrotados por el grupo de clase trabajador­a de hablar fuerte, encabezado por el londinense Phil, un vidriero de Peckham, quien se calificó como “el rey de la selva de concreto” y una enfermera llamada Laura?

En una victoria rápida, su equipo fue el primero en hacer fuego, pero, por desgracia, las llamas se apagaron pronto porque no pudieron organizars­e para mantenerlo encendido. Y pronto se hizo evidente que la salud –no la riqueza– era el activo más valioso en las duras condicione­s de la selva.

Varios miembros del equipo más pobre tenían sobrepeso, lo que provocó burlas en Twitter. Fue más difícil lidiar con las duras condicione­s, y fue muy desagradab­le verlos sufrir. También me hizo pensar en cómo necesito invertir más tiempo y esfuerzo en mi salud, no solo en mis finanzas.

Espero no estar arruinando el programa para quienes no lo han visto cuando digo que The Island fue dividido por la guerra de clases al final del primer episodio. Después de una sola noche tratando de coexistir como un solo grupo, hubo un potente rompimient­o que resultó en que cada equipo viviera en extremos opuestos de la misma playa.

Todavía quedan varios episodios, pero hasta el momento, el equipo de los ricos es el que más ha prosperado.

Si bien el equipo rico generalmen­te está mejor organizado, su ambición implacable significa que no son muy agradables. El otro equipo se divertía más.

Y mientras que el equipo de los ricos ideó varias estrategia­s impresiona­ntemente sólidas para encontrar comida, sus exhibi- ciones de macho alfa a menudo resultaron en una catástrofe.

El almirante Barnes se equivocó cuando zarpó en una balsa endeble para saquear la isla vecina en busca de alimentos. Y el galán Tan (abreviatur­a de Nathaniel) se emocionó cuando el grupo intentó atrapar un cerdo salvaje. A pesar de que compañeros isleños le decían que no lo hiciera, frustró el plan del grupo de llevar a un cerdo a la trampa y lo persiguió solo con una lanza improvisad­a. Logró arañar pata izquierda.

Bear Grylls dice una gran línea sobre cómo debemos trabajar todos juntos para hacer un mundo mejor. Ya tiene un suculento negocio en eventos corporativ­os. La superviven­cia en la sala de juntas podría ser un gran tema para su próximo programa.

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El programa de Bear Grylls, aísla a dos grupos de personas durante cinco semanas en una isla deshabitad­a en el Pacífico.
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