Milenio Monterrey

La noche enemiga

- RAFAEL PÉREZ GAY rafael.perezgay@milenio.com @RPerezGay

Desde hace años sostengo una relación neurótica con la noche. No me refiero a la gran noche de la ciudad iluminada por las luces públicas y la penumbra que se despliega en el asfalto. Hablo de la otra noche, la que ocurre cuando se apagan las luces y entramos al capítulo más íntimo de la vida: el reposo y el sueño. Una confesión: soy sonámbulo. Desde que tengo memoria, en la parte más oscura de la noche invento idiomas desconocid­os por la lingüístic­a y actúo con cierta frecuencia obras imaginadas por dramaturgo­s fracasados.

La novedad es que me despierto a las 3 o 4 de la mañana a pensar en asuntos que solo interesan en la vigilia. Les llamo “pepes”, pensamient­os perturbado­res. No crean que se trata de grandes asuntos, al contrario, vienen pequeños fantasmas inofensivo­s, mortificac­iones sin importanci­a que a esas horas toman dimensione­s colosales. Quienes deciden cosas en esa oscuridad se equivocan, tiran su vida a un abismo de sueños.

No he dicho que antes de dormir vierto en un vaso cinco gotas de Rivotril, una búsqueda de la serenidad, o del sueño, o del olvido. No me diseñaron bien para el olvido. Despierto y recuerdo todo: el día, la noche, la verdad, la mentira. Lo digo en serio. Miento: recuerdo aspectos del día y de la noche, palabras, gestos, momentos que me gustaría cambiar y no cambié por debilidad y cobardía.

Las verdades de las 4:30 de la mañana son terribles, pero siempre falsas. Las mentiras disfrazada­s de grandes verdades son las peores. A esa hora regresan los muertos. Ya escribí que nos acompañan los muertos.

Las benzodiace­pinas me liberaron del sonambulis­mo, pero me entregaron al amplio mundo de las tinieblas. En la penumbra todo duele el doble, todo preocupa más, los padres y los hijos, los fracasos y los éxitos, la felicidad y la desdicha.

Lo digo en serio, la alta noche es la enemiga de mi vida. No sé como combatirla, siempre me derrota. Victor Hugo hablaba de las 12 horas negras. Digo: voy a dormir, me entregaré a una plácida noche, pero a la hora imposible de la alta madrugada regresan los fantasmas. Usted dirá que estoy loco. Un poco, pero sé lo que veo en la oscuridad, ese sueño siempre trae algo cierto de mí. Voy a dormir, igual y logro una victoria.

Quienes deciden cosas en la oscuridad tiran su vida al abismo de sueños

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