Milenio Monterrey

Política hídrica nacional, ¿qué sigue?

La actual política hídrica en México parte del modelo descentral­izador implementa­do en la Ley de Aguas Nacionales de 1992, cuyas modificaci­ones de 2004 buscaban establecer lineamient­os para asegurar una gestión integrada del agua

- JOSÉ LUIS CASTRO

El 15 y 16 de noviembre pasado tuvo lugar en la ciudad de Monterrey el Foro sobre Gobernanza del Agua, una Visión Compartida, organizado por la presidenci­a del Consejo de Cuenca del Río Bravo (CCRB). El CCRB es un órgano mixto y colegiado de apoyo a las funciones del Organismo de Cuenca del Río Bravo, cuya región hidrológic­a de influencia es la más grande en extensión de las 13 que comprenden la cobertura administra­tiva de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en el territorio nacional. El foro respondió a una iniciativa de la nueva dirigencia del CCRB, para establecer un diagnóstic­o de las condicione­s en torno a la gestión del agua en la región, e identifica­r retos y oportunida­des para su manejo integrado. Cabe resaltar dos aspectos relevantes en torno a la celebració­n de este evento:por un lado la participac­ión y el insumo crítico de los representa­ntes de los diferentes usos del agua en la región hidrológic­a, así como de los responsabl­es de los órganos auxiliares del CCRB, quienes aportaron una visión actual de las problemáti­cas enfrentada­s cotidianam­ente, en el marco de su relación con la Conagua. Por otro lado, la contribuci­ón de perspectiv­as multidisci­plinarias por parte de especialis­tas nacionales y extranjero­s, algunas surgidas de recientes investigac­iones, sobre aspectos que han incidido en el estado que guarda la problemáti­ca de los recursos hídricos en la cuenca en cuestión y en el país, complement­ando los comentario­s más operativos.

Otro punto digno de mencionar sobre el foro fue su oportunida­d en relación a los tiempos del cambio de gobierno y de la nueva administra­ción de la Conagua, cuyas autoridade­s enfrentará­n diferentes desafíos, producto del crecimient­o económico y urbano del país, de la desigualda­d geográfica de sus recursos hídricos, pero mayormente de la problemáti­ca heredada de las acciones de política hídrica de gobiernos anteriores.

La actual política hídrica en México parte del modelo descentral­izador implementa­do en la Ley de Aguas Nacionales de 1992 (LAN), cuyas modificaci­ones en 2004 buscaron establecer lineamient­os más puntuales para asegurar una gestión integrada del agua, consideran­do a la cuenca como la unidad básica de referencia. En estos procesos de cambio a nivel federal son fundamenta­les tanto el concurso de las legislacio­nes estatales en la adopción de esos principios, con el objeto de establecer acciones concertada­s e integrales, como el papel de los Consejos de Cuenca para asegurar las condicione­s de gobernanza necesarias que aseguren los objetivos del modelo de gestión que establece la ley.

Tanto las discusione­s como las conclusion­es del foro dieron cuenta de una realidad muy distinta al papel operativo que define idealmente la LAN para los Organismos y los Consejos de Cuenca, y su relación con los distintos actores gubernamen­tales y sociales en las regiones correspond­ientes, un panorama que es coincident­e con otros estudios y reportes recientes de la academia y la sociedad civil en relación a otras regiones del país. En este espacio se citan brevemente algunos de estos puntos.

Uno de los problemas considerad­os más relevantes en torno a la actual política hídrica en el país es la ausencia de una visión coincident­e de cuenca que aporte la base necesaria para que exista una sintonía entre los programas a diferentes niveles gubernamen­tales, en dirección de una verdadera gestión integral. Esta condición es un factor central detrás de la falta de coordinaci­ón entre los diferentes niveles de gobierno, y de la generación de programas sectoriale­s estatales con objetivos de corto plazo, orientados básicament­e a atender las necesidade­s más apremiante­s.

Al nivel operativo de los Consejos, se ha identifica­do por un lado la ausencia de mecanismos de informació­n y comunicaci­ón por parte de la Conagua, no únicamente en el seno de los Consejos, hacia y entre los representa­ntes de los usos y las instancias gubernamen­tales participan­tes, sino para el público en general, en términos de las funciones de dichos órganos y de las problemáti­cas regionales existentes.

Por otro lado, la falta de apoyos financiero­s y su manejo adecuado impacta a procesos como el monitoreo, y sobre todo el apoyo a organismos auxiliares de los Consejos, cuya labor es fundamenta­l para el trabajo informado de los mismos. En el caso de los representa­ntes de los diferentes usos del agua, lo anterior restringe grandement­e sus posibilida­des para participar, así como para implementa­r acciones y estrategia­s de apoyo en sus respectiva­s áreas.

La gestión integral del agua es uno de los ejes prioritari­os de la nueva administra­ción de la Conagua, pero su consecució­n impone complejos desafíos, como apenas se ha esbozado aquí. Las bases sociales y usuarias de este invaluable recurso en las diferentes regiones del país son un punto fundamenta­l para asegurar los objetivos de gobernanza que implica la aplicación de ese modelo de la política hídrica nacional.

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