Para entender a los medios
Estamos ante un cambio de era. A pesar de que a escala planetaria las corporaciones que generan mayores ingresos siguen siendo las relacionadas con la energía fósil, en el top de las empresas de mayor valor en los mercados son todas relacionadas con la industria de las comunicaciones y la información.
Con un valor que ronda el millón de millones de dólares cada una, Microsoft, Apple, Amazon y Alphabet (Google), integran hoy el club de los nuevos dueños del mundo. Ello, a pesar de que cinco del top 10 en términos de revenue son empresas dedicadas a los hidrocarburos, otra es el gigante eléctrico chino y dos más fabrican autos y, por ende, son herederas de la revolución industrial.
Una diferencia fundamental en el paso de una economía basada en la explotación de los recursos naturales a una en la que su materia prima es la llamada data es que, en el segundo caso, mientras más se usa, más valor tiene.
En el paso de la era industrial a la era digital, nuestra civilización enfrenta desafíos equivalentes a los provocados en el planeta por los cambios geológicos. En ese contexto, los medios juegan un rol central en la fabricación de una cultura global capaz de formar nuevos valores e inercias sociales.
Por medios entiendo aquí a esos grandes conglomerados que se ocupan de entretener, informar e incluso educar a la inmensa mayoría de los habitantes del planeta. Por ejemplo, en Estados Unidos 90 por ciento de la población consume todos los días el contenido que les ofrecen un puñado de grandes empresas: Comcast —vía NBC Universal—, Disney, Fox Corp., National Amusements —vía Viacom-CBS—y AT&T —vía Warner Media.
El fenómeno de la concentración de los medios es más que evidente desde el boom del internet. A escala global, siete de los 10 más grandes emporios mediáticos son estadunidenses, dos británicos y el otro alemán. En la lista de los primeros 30 aparece solo uno latinoamericano, Grupo Globo.
Bastante parecido al juego de alianzas entre reinos previo a una confrontación final, el proceso de fusión y compra de medios ha tenido sus más recientes ejemplos en la compra que AT&T hizo de Warner en 2018 y la de Disney de Fox este año. “La batalla final está cerca”, parecen decir los mercados financieros con su apuesta por un par de empresas que, en términos relativos, generan poco dinero: Facebook y Netflix.
Más allá de lo evidente: todo el contenido es digital; el video es el principal formato y los dispositivos móviles son la principal herramienta, el contendiente que más destaca hoy es el Universo Disney, la próxima gran plataforma de entretenimiento global. Más allá del modelo de negocio (360 grados), la empresa es dueña de un importante segmento de la cultura popular americana (léase: global). Disney, Pixar, Marvel, StarWars. Sin duda, pronto seremos testigo del reencuentro de los X-Men y los Fantastic Four con el Capitán América y toda su pandilla.
Es claro que las consecuencias del cambio de era y reacomodos empresariales van mucho más allá del terreno económico. Hoy pareciera sensato pensar en un futuro cercano en el que un puñado de megacorporaciones se disputen “los espíritus y corazones” de las grandes audiencias internacionales.
De la era industrial a la digital hay desafíos equivalentes a los provocados por los cambios geológicos