Milenio Monterrey

Horacio Salazar

Los pescó de noche la protesta de los federales

- HORACIO SALAZAR

Lo ha dicho hasta la saciedad: “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”. Algunos se lo creen. Pero lo cierto es que Andrés Manuel López Obrador mangonea al país (me resisto a decir “gobierna” después de su delirante afirmación de que gobernar es fácil), pasándose la ley por el arco del triunfo.

La gansada más reciente fue el apagado

de las bombas que mantenían secos los pilotes del tren que habría de conectar la obra de Texcoco (el NAIM) con el aeropuerto internacio­nal Benito Juárez. En otras palabras, están inundando la obra… a pesar del dictamen de un Tribunal Colegiado de Distrito que el 24 de junio ordenó mantenerla­s. Le valió sorbete el dictamen del Poder Judicial y en cambio sí iniciará las obras del aeropuerto de Santa Lucía, aunque haya varios amparos que ordenan no hacerlo.

Como nadie pensó que los policías federales pudieran no estar de acuerdo con ser sometidos a un régimen castrense –sin duda no es lo mismo ser militar que civil–, los pescó de noche la protesta de los federales y, con desdén visible en su reacción (ponerse a jugar béisbol) les echó encima a toda la raza: culpó a Felipe Calderón de orquestar todo (otra vez, sin pruebas, confiado en la fe de la masa), le echó encima a Durazo y culminó su campaña diciendo que se echaron a perder.

¿Que no es cierto lo que aducen los policías? Al Peje la valió una pura y dos con sal y van a seguir adelante con el plan: si un policía no quiere militariza­rse, es porque es un traidor. Ya quisiera ver a todo el Gabinete de AMLO si les dijeran que a partir de mañana estarán sometidos a disciplina castrense.

Le prueban que se está corriendo a muchas personas desde Conacyt hasta Notimex, y con las pruebas enfrente de sus narices, dice que no es cierto. Presume cosas que sí ha logrado, pero contándola­s solo desde el lado positivo, sin ver el abismo enfrente.

Admito que es hábil orador, que parece trabajar mucho, que es muy madrugador, pero no hay día que no suelte, por decirlo amablement­e, una declaració­n alejada de la verdad. Está claro que odia a los mexicanos de éxito, proactivos, respondone­s. Quiere ciudadanos como la pobre señora que se le arrodilló enfrente para pedirle un milagro. México no se merece esto.

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