Agravios latentes
En el arte de gobernar se puede poner la mano en todo menos en los símbolos y en las formas. México enfrenta un proceso de consolidación democrática con signos contradictorios dentro de la naturaleza de esta misma tarea. Con la alternancia en el poder y el cambio de régimen nuestras fuerzas armadas han extendido su rol y presencia en distintos campos de justicia, seguridad e inteligencia.
El discurso y la narrativa del candidato y hoy presidente Andrés Manuel López Obrador acerca de nuestros Ejército y Marina ha girado en un torbellino de descalificaciones, agravios, acusaciones y graves señalamientos alcanzando el surrealista clímax hace días en una entrevista espetando que si por él fuera desaparecería al Ejército desencadenando un ánimo de profunda molestia dentro de círculos castrenses.
Ya no deberían sorprender estos malsanos vaivenes en el discurso presidencial que un día ensalza y elogia la labor de nuestros soldados, hoy sumidos en tareas sembrando arbolitos, conteniendo migrantes, construyendo pistas aéreas, reclutando, capacitando personal, erradicando plantíos, patrullando ciudades y un larguísimo etcétera, y al otro los desdeña.
En la estrecha visión presidencial se ignora que el poder del Estado está en función de su seguridad y que la posición de cada Estado en este mundo globalizado define la problemática de su seguridad. México vive momentos de tensión bilateral y una ola de violencia que definirá el rumbo y el paradigma para las próximas generaciones.
Inaudito que el jefe del Estado mexicano fustigue y menosprecie a una institución como son nuestras fuerzas armadas, surgidas de ese pueblo “bueno y sabio” al que alude con frenesí exhibiendo que, según sea la audiencia, moldea su discurso.
La irresponsable estrategia en Palacio Nacional de sembrar incertidumbre apostando al manto de inmensa popularidad para atropellar todas las formas a su paso es una señal de alerta. La humillación es una emoción desagradable e intensa que suele perdurar en el tiempo por la profundidad de su herida al ser un ataque a la identidad.
El mensaje del Ejecutivo para transformar a México es que nuestras fuerzas armadas son un “mal necesario”.
Con todo respeto y citando al clásico; eso sí calienta.
El Presidente un día ensalza a los soldados y otro los desdeña