Milenio Monterrey

El poder estadunide­nse

Mundial Femenil. Las norteameri­canas validaron los pronóstico­s, mostraron su fuerza en esta categoría y ganaron su cuarto campeonato al vencer a Holanda

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Estados Unidos agrandó su leyenda en el futbol femenino. No hay un equipo como el americano tan dominante en esta categoría, ganador de cuatro de los ocho mundiales que se han disputado. En Francia, salieron triunfante­s gracias al 2-0 con el que doblegaron a una Holanda voluntario­sa a la que no le alcanzó su esfuerzo.

Se acabó el Mundial femenil, el más exitoso en la historia, el que sienta precedente­s para un futuro que alentador en dicha categoría. Fue el cierre esperado a la fiesta, con dos de las aficiones más coloridas del torneo.

En el campo, pesó más la historia de las estadunide­nses que la rebeldía de la escuadra holandesa, porque aunque llegaba como aspirante sus intencione­s menguaron cuando se puso frente a frente con el gigante norteameri­cano. Entre Europa y Estados Unidos, hay una gran diferencia de poderes en el futbol femenil.

Las holandesas estiraron el partido hasta donde pudieron, porque Rose Lavelle, Alex Morgan y Samantha Mewis lo intentaron de todas las maneras: una volea, un cabezazo, un latigazo desde la frontal... Pero la portera holandesa, Sari van Veenendaal, intervino con seguridad o con fortuna. Unas veces, poniendo su guante a tiempo; otras, valiéndose del palo para salvar su meta y mantener el empate a cero en el descanso.

Pero tras el paso por los vestuarios, el plan estadunide­nse no varió, y el primer tanto del partido llegó a través de un penal, por una falta en el área de Stefanie van der Gragt sobre Alex Morgan. La central holandesa elevó mucho su

pie izquierdo, tocando el hombro de la delantera americana, por lo que la árbitra francesa, Stephanie Frappart, con ayuda del VAR, señaló el castigo.

El balón lo tomó Megan Rapinoe, la heroína estadunide­nse y una de las mejores jugadoras de este equipo, una mujer que transmite fuerza dentro y fuera del campo y que tuvo todo el temple para convertir la pena máxima al minuto 61’.

Honor para Rapinoe, la jugadora que se puso al frente de la plantilla para reeditar el éxito del Mundial pasado. Ganó la batalla futbolísti­ca a los restantes 23 equipos y también el pulso dialéctico a Donald Trump. No pisará la Casa Blanca, pero a su vuelta a Estados Unidos se sabrá un ejemplo para muchos compatriot­as.

Después del primer gol se desplomó el campeón de Europa, que quiso, pero no pudo inquietar el arco estadunide­nse, que mostró carácter y solvencia para después cerrar el partido y amarrar la corona gracias a un gol de la joven Rose Lavelle, una futbolista que está llamada a extender el legado de Megan Rapinoe, Ali Krieger y Carli Lloyd. Después de una gran conducción se hizo el espacio para disparar con la izquierda y acabar con cualquier esperanza holandesa.

Pudieron haber más goles, pero fallaron arriba las norteameri­canas, que terminaron por ceñirse la corona y por ratificar su hegemonía. En el Mundial del cambio para el futbol femenino, algunas cosas siguen igual. Lo quiere así Estados Unidos.

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AP Las jugadoras de Estados Unidos celebran su conquista del Mundial.

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